«Las plagas están poniendo el cultivo del caqui contra las cuerdas». «El problema de las plagas, sobre todo la del cotonet, nos está desbordando». Con distintas palabras los dirigentes de AVA y La Unió expresan la misma preocupación. Las restricciones que impone la UE han dejado al agricultor sin materias efectivas que frenen estas plagas, lo que ha disparado los costes ante la necesidad de multiplicar los tratamientos y, en última instancia, aumenta el destrío en una recolección que busca piezas sin ninguna marca.
Bernardo Ferrer incide en que la rentabilidad por hanegada ha caído porque el caqui que se tira al suelo -«entre un 15 y un 30 %», apunta- por problemas derivados del cotonet, la negrilla o simplemente por marcas naturales que aparecen en la piel, que los operadores contemplan como fruta de segunda. «El desperdicio alimentario es cada vez mayor cuando es fruta que podría ir al mercado», comenta el dirigente de AVA.
Ferrer señala que el hecho de que el precio del caqui no haya conseguido despegar pese a la merma de fruta «evidencia la necesidad de marcar estrategias comerciales desde una mesa en la que estén representados todos los actores. No depende tanto de la Administración como del propio sector, que tiene que ser adulto y no egoísta», incide el portavoz de AVA, mientras subraya que se dan las condiciones idóneas al concentrar en València el 90 % de la producción europea de caqui y tratarse de una fruta temporal que no tiene competencia de otros países.
