El cementerio de Antella es solo una de las decenas de inmatriculaciones que realizó la Iglesia Católica en la comarca gracias a la reforma de la Ley Hipotecaria promovida por el Gobierno encabezado por José María Aznar. Esta realidad deja a la pequeña localidad de la Ribera como una de las pocas en las que la gestión de las defunciones es compartida.

Según explicó a Levante-EMV el alcalde en funciones, Antonio Juan, el cementerio cuenta con dos divisiones. Por un lado se encuentra la parte que pertenece a la Iglesia y, por otra, la municipal. Ambas instituciones, por tanto, se reparten la tarea de dar sepultura a los fallecidos y salvaguardar dicho espacio. «El cementerio era parroquial, aproximadamente, desde la Guerra Civil», detalló Juan.

Ese añadido de «parroquial» al final del nombre no dejaría dudas sobre la titularidad del espacio, pero también es cierto que se presume que no siempre fue así. A raíz del informe realizado por el Gobierno en el que se detalla la lista de inmuebles que la Iglesia registró como suyos entre 1998 y 2015 mediante la citada reforma normativa, el consistorio recaba información histórica para conocer su origen. Lo más probable, de hecho, es que, como ocurre en la mayoría de municipios, el cementerio surgiese de una iniciativa pública de la administración local.

Al respecto, ya apuntó hace unos días el exalcalde de l’Alcúdia Paco Signes, conocedor de la realidad de las inmatriculaciones ya que vio cómo la Iglesia registró a su nombre dos inmuebles de la localidad, estos movimientos solían implicar que las propiedades no le pertenecían, ya que de ser suyas no necesitarían aprovecharse de este mecanismo legal. Seguramente, uno de los casos más sonados sea el de la Mezquita de Córdoba. Un edificio cuya construcción, por obvio que parezca, jamás podría atribuirse a la Iglesia Católica. Como curiosidad, el origen de Antella también es musulmán.

No era espacio para «rojos»

No obstante, el consistorio antellense descarta emprender pleito alguno contra la entidad eclesiástica. Se trata de un ayuntamiento pequeño, con pocos recursos económicos y que, de hacerlo, podría iniciar algún tipo de conflicto de índole social. «No creo que vaya a salir nada positivo de abrir la vía judicial contra la Iglesia. Si en algún momento la parroquia nos dijese que nos hiciésemos cargo nosotros de la labor del cementerio, lo haríamos como cualquier otro ayuntamiento», manifestó el alcalde en funciones de Antella.

De hecho, Juan destacó la relación cordial que ha existido siempre entre el consistorio y la parroquia: «Nunca hemos tenido problemas. En este cementerio religioso existen nichos familiares cuyas escrituras se transmiten de padres a hijos. Antiguamente, es cierto que existían distinciones. Aquellos que tenían un pasado, por decirlo de alguna manera, de ‘rojo’, se enterraban en una parcela civil, nunca en la parroquial. Pero, por suerte, todo aquello quedó atrás y estas cosas ya no pasan».

De ese modo, en la actualidad existen tanto un cementerio parroquial como uno municipal. Juntos, pero no revueltos. «Cada entidad, ayuntamiento e Iglesia, se encargan de su espacio. Con el paso de los años se han hecho ampliaciones y reformas y siempre hemos ido de la mano. Las personas que tienen un nicho adquirido en la parte religiosa se han enterrado allí y el que no tiene nada en propiedad suele ir al municipal», concluyó el alcalde en funciones de Antella.

La ermita, otra de las edificaciones que se inmatriculó

La Iglesia también se inmatriculó en Antella la parroquia y la ermita. Aunque el templo no figurase a su nombre hasta después de modificarse la Ley Hipotecaria, son pocos los que pueden llegar a dudar de que le pertenezca. Sí que existen al respecto de la ermita, situada al norte del municipio. «Siempre se ha comentado que estaba sobre terreno municipal y se consideró del pueblo», manifestó al respecto el alcalde en funciones, Antonio Juan. Con todo, nuevamente, aunque la posible documentación histórica acreditase que estas suposiciones son ciertas, el gobierno local no tiene en mente llevar ante los tribunales a la organización eclesiástica, con muchos más recursos y con la que no busca enemistarse.