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El horno que amasa la Pascua

Buscan fidelizar a los compradores

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El horno de Cullera que triunfa con sus monas 'a lo grande' Joan R. Gimeno

Cuando un vehículo toma la carretera CV-500, el Mareny de Sant Llorenç se convierte en un punto de paso obligado. A todos los conductores que toman esta ruta les sorprenden las largas colas que se generan ante el horno de La Beata Inés, convertido en un santuario del dulce artesano. Gentes llegadas de toda La Ribera y l’Horta acuden, en especial durante los fines de semana y la Pascua, para comprar y degustar los productos de este obrador que atiende a una media de más de 600 clientes diarios.

Corría el año 1995 cuando el matrimonio formado por Ramón Iborra i Noemí Sanz, junto con sus hijos Moisés y Ramón, decidieron ponerse al frente del horno. Desde entonces se ha convertido en una referencia culinaria. Su eslogan les define: «No solo tiene que estar bueno sino que ha de estar excelente».

El horno, con el paso de los años, ha multiplicado su oferta hasta abarcar todas las especialidades del pan junto a una inmensa variedad de productos tanto salados como dulces. Y para ellos el tamaño importa. Y mucho. No escatiman ingredientes. Hay que ver los cruasanes o las pizzas gigantes para certificar que trabajan a lo grande.

«Atendemos de forma diaria a una media de entre 600 y 700 personas» y la intención es «dar un completo servicio al clientela». Lo más importante para ellos es que el cliente quede satisfecho y vuelva». Para atender ese volumen de clientes el horno cuenta con una plantilla de alrededor de 40 personas en temporada alta (Pascua, verano y navidades).

La devoción que profesa Noemí a la Beata Inés de Benigànim explica el nombre y para la familia Iborra Sanz también el éxito del negocio porque sus oraciones han sido escuchadas. Pero no se trata solo de fe. Ellos «viven en el trabajo y no solamente del trabajo». Para ellos más que una profesión «es una forma de vida». Moisés lo precisa: «Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos nuestro lugar en el mundo es el puesto de trabajo». Y proclama: «Si cuando alguien pasa por delante del local la persiana está levantada seguro que nos pueden encontrar dentro a cualquiera de los miembros de la familia». 

El horno se dedica a confeccionar, según sus propietarios, «un producto artesanal que no busca que sea único ni mejor ni peor sino que la gente quede completamente satisfecha con el producto que adquiere». Algo que queda demostrado con la fidelidad del público. Gran parte de la clientela es gente joven llegada desde diversos puntos de la provincia de Valencia, que suele repetir visita.

Ampliación constante

El Forn de la Beata Inés comenzó como un simple despacho de pan y bollería. Con el paso del tiempo comprobaron que el huerto que tenían enfrente, donde cultivaban calabazas, era aprovechado por los clientes para comer sus productos por lo que decidieron poner sillas y mesas y montar una especie de terraza para facilitar alimentos a los clientes. Poco a poco se fue ampliando la terraza hasta el extremo de que hoy en día han construido un moderno recinto enfrente del horno para que se puedan degustar sus productos resguardados de las inclemencias meteorológicas.

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