Los sucesivos y virulentos temporales de lluvia han evidenciado que el Xúquer ya no es la principal (o al menos la única) amenaza de inundación para Alzira. Los barrios más vulnerables de la ciudad han quedado anegados incluso cuando el caudal del río se mantenía en niveles que no entrañaban riesgo alguno. Los barrancos han llenado de agua y barro las calles. Uno de ellos juega un papel clave para la evacuación pluvial y sobre él ha puesto el foco, de nuevo, la Federació d’Associacions de Veïns d’Alzira. Se trata del Barranc de la Casella, cuyo tramo final necesita una ampliación desde hace ya demasiadas décadas, que debería completarse con la reforma de su intersección con otro temido barranco, el de Barxeta, y con la reorientación de su desembocadura.

El colectivo vecinal ha logrado incorporar la problemática a la agenda política alzireña, ya que ha negociado con todas las fuerzas políticas una propuesta con la que espera lograr la unanimidad en el hemiciclo. En ella se reclama al Gobierno de España que priorice las obras de ampliación del barranco de la Casella sobre otras intervenciones contra inundaciones. El argumento es simple: al ser el que recoge el caudal de otros torrentes, necesita una desembocadura de mayor envergadura que permita desaguar al río sin que el agua retorne al encontrarse un cuello de botella. La petición valora la oportunidad de acceder a financiación europea a través del fondo de reconstrucción europeo tras la Covid-19.

El actual gobierno municipal ha apostado por el Canal de les Basses como primera gran inversión en mucho tiempo para prevenir inundaciones, aunque la compleja realidad que presenta Alzira desde el punto de vista hidrológico no permite resolver el problema con una única obra. Lo advirtieron los expertos y lo confirman los hechos. La primera fase del Canal, ya ejecutada, recibe las escorrentías de los barranco que confluyen en el Camí de Pescadors, conocido popularmente también como de l’Arena, pero desemboca en el barranco de la Casella, por lo que en caso de crecida de este torrente su capacidad de desagüe se ve comprometida e incluso bloqueada.

Sobre la mesa se han superpuesto los proyectos que necesitaría la ciudad para evitar las inundaciones. El segundo tramo del canal o la construcción de un tanque de tormenta han ganado enteros, aunque ésta última herramienta supone una inversión mayor y difícilmente asumible para el consistorio con fondos propios sin comprometer la gestión eficaz de los recursos económicos de que dispone. Mientras, se ha levantado un muro en el barranco Fosc para evitar que las escorrentías introduzcan piedras o ramas en el alcantarillado y lo colapsen.

Pero la opción del barranco de la Casella se queda siempre en un segundo plano. Su reforma es vital para resolver las inundaciones en la capital de la Ribera Alta y por causas que nadie es capaz de justificar permanece durante décadas en el cajón de las grandes obras públicas olvidadas. Todo el mundo es consciente del peligro que representa mantenerlo sin darle más capacidad de absorción y desagüe pero, pese a constatarse su peligrosidad en los repetidas inundaciones que sacuden Alzira no hay gobierno que ponga manos a la obra. ¿Hasta cuándo?

Tal y como recuerda la Federació d’Associacions de Veïns d’Alzira, la reforma del Barranc de La Casella es un proyecto prometido durante años pero que jamás se ha convertido en una realidad tangible. De hecho, la canalización de ese peligroso cauce se llegó a incluir en en los planes de la Confederación Hidrográfica del Júcar. Su complejidad, que conllevaría un elevado desembolso económico, ha sido siempre el principal obstáculo.

El barranco podría ampliarse por su margen izquierdo. Aunque la ubicación de un antiguo molino complicaría, en demasía, el proceso, sobre todo si se optase por una expropiación, posibilidad descartada en múltiples ocasiones. En el lado opuesto, existe un cierto margen de maniobra de varios metros junto a la vía de desaceleración de la variante. No obstante, la integridad del Pont de Xàtiva podría verse comprometida durante el proceso.

Con el tiempo se han planteado varias alternativas, desde una ampliación a  metros de la anchura del barranco en el tramo final, a desviar el Barranc de Barxeta y habilitar otra salida hacia el río, ya que la actual desembocadura corta en perpendicular el barranco de la Casella muy cerca del Xúquer y puede dificultar su desagüe. Sin embargo, sea cual sea la opción más viable, resulta indispensable. Los vecinos ya han manifestado, en más de una ocasión, que postergar esta actuación frente a otras actuaciones previstas sería «empezar la casa por el tejado». No parece razonable realizar grandes inversiones en infraestructuras que, aunque necesarias, están pensadas para canalizar el agua a un punto en el que el desagüe resulta imposible.

Una obra imprescindible tantas veces reclamada como postergada

El proyecto es complejo y caro, pero inevitable para garantizar de una vez el desagüe de escorrentías

R.S. alzira