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El reto de editar libros en la era digital y pandémica

La empresa Gusanillo, fundada por dos emprendedores de Alzira y Algemesí, consigue publicar once títulos antes de su primer aniversario

El equipo Gusanillo: Amadeo Espinosa, Lara Ferrer y Diego López, y sus publicaciones. | EMMA SANCHIS

La Editorial Gusanillo se ha abierto paso en un mundo sobrecargado y en vías de digitalización con libros en papel, literatura en valores, equidad entre escritores e ilustradores y condiciones cuyos porcentajes favorecen al autor por encima de la editorial. Su historia comenzó cuando su directora, Lara Ferrer, publicó su primer libro en aquellos tiempos prepandemia que ya parecen una vida paralela. Su primera experiencia fue agridulce pese al éxito de ventas, lo que le empujó a crear su propia empresa con solo 20 años.

«Amadeo contactó conmigo para escribir un libro de economía para niños que buscaba suplir la carencia educativa del país y adentrar a los más pequeños en el mundo financiero». Ese fue el primer peldaño. Uno de sus objetivos fundamentale es crear una literatura con la que las nuevas generaciones pasen «tiempo de calidad, para crear buenos lectores». Amadeo Espinosa asumió la parte administrativa y financiera y Ferrer aportó sus conocimientos creativos para que germinaran sus ideas.

El equipo se completó en enero con Diego López, actual director creativo. Esta predominancia artística genera una empresa puramente creativa y ofrece el campo de cultivo ideal para especializarse en ilustración. La modalidad tiene gran peso en todos sus libros y reman por ser una empresa pionera en la que prevalezca el arte frente la letra. Para ello, cuentan con una cartera de veinte ilustradores e invierten en formación para que los profesionales huyan de la sombra del escritor e incluso vean el camino a publicar.

Los emprendedores optan por «no publicar cualquier cosa». La directora mantiene que un libro que , por ejemplo, atribuya el rosa a las niñas, «por mucho que sea leer no hay que leerlo y menos, los niños», gran parte de su público. A la hora de elegir un manuscrito son muy selectos, sobre todo, en literatura infantil, Ferrer alega: «Apostamos por la educación en valores. Todos tienen material extra o guías didácticas para trabajar el cuento en profundidad».

Iniciarse en uno de los sectores que más han sufrido las nuevas tecnologías necesita pasión y valor añadido para triunfar. La directora confiesa que han recibido un regalo y aprendizaje de cada uno de sus autores. Por ejemplo, la primera, Ana Gil, «les abrió muchas puertas». La innovación es uno de los grandes quebraderos de cabeza en el que más horas invierte el grupo, sus componentes realizan reuniones de horas.

Las redes sociales no entran en innovación porque es una labor asumida como obligatoria. «La presencia en redes es una forma de estar cerca de la gente que nos compra para conocer a otros emprendedores, el feedback de los clientes y lo que los usuarios quieren leer. Estar fuera de las redes es quitarte éxito», advierte Ferrer. La directora subraya que no son sustituyas de nada, «no se trata de cambiar, sino de añadir valor».

La ilustradora manifiesta su preocupación por la parte del gremio que teme publicar temas polémicos, «los nuevos lectores no contemplan el mundo sin esta realidad y quien no la acepte se quedará atrás». Ante todo, el trío gusanillo apuesta por el aprendizaje: «No vale reírse del de al lado cuando se tropieza, hay que preguntar por la piedra».

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