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La disputa interna impide abrir a tiempo la escuela de la Societat Musical de Alzira

Ya se acumula un retraso de 2 semanas

Decenas de personas protestaron el miércoles frente a la sede de la sociedad. | PERALES IBORRA

Las clases siguen sin fecha de inicio en la escuela de la Societat Musical d’Alzira a raíz del conflicto interno. La directiva de la entidad ha establecido, por tercera vez, un nuevo calendario de reparto de horarios entre los profesores aunque sigue sin concretar el día en que deben comenzar las clases, que se retrasarán dos semanas, como poco, respecto al calendario previsto inicialmente.

Esta situación ha provocado lo que algunos ya califican como «el malestar más grande» que ha vivido una entidad que supera el medio siglo de vida. Decenas de personas (padres, madres, alumnos, profesores y músicos) se manifestaron el miércoles frente a la sede de la entidad. Un acto simbólico que oculta un enfrentamiento irreconciliable.

Sin conflicto de por medio, estaba previsto que las clases comenzaran la semana pasada. Pero una vez estallada la guerra interna, la junta destituyó de su cargo a los encargados de la escuela «debido a la falta de coordinación, poca transparencia y ninguna confianza». Al menos esa fue la explicación que la junta dio, a través de un comunicado interno, a los padres de los alumnos, ya que desde que estalló la crisis ha declinado hacer declaraciones. El cese forzó cambios estructurales que han imposibilitado hasta ahora el inicio del curso.

El retraso de las clases se traduce en molestias para los afectados. Padres y alumnos siguen sin recibir el servicio deseado y los profesores continúan sin trabajar. Pero no es la única consecuencia del conflicto interno que sufre la sociedad desde hace meses. Más de ochenta músicos se niegan a participar en los conciertos u otros actos oficiales de las bandas si antes no se convocan nuevas elecciones. La batalla se enquista.

La ruptura entre ambas partes es total. Las posturas, inamovibles. Por lo que se antoja un conflicto de difícil solución. «En la sociedad siempre han existido discusiones, pero se han solventado con el diálogo. Esta opción ha resultado imposible en esta ocasión», aseguraron ayer a Levante-EMV fuentes del sector que reclama un nuevo proceso electoral. A su juicio, la capital de la Ribera Alta tenía un ejemplo a seguir en Cullera, donde el malestar expresado por un sector de los socios forzó la reciente dimisión de la junta. En el caso alzireño, la primera petición estuvo acompañada por más de doscientas firmas, lo que representa, aproximadamente, el 20 % de la sociedad.

«La junta ha preferido mirar a otro lado, como si así se fuese a solucionar el problema. Cualquier otra entidad habría reaccionado ante un porcentaje tan importante de socios que expresan su descontento. Alegan irregularidades entre los docentes, pero, hasta donde nos han dejado saber, jamás ha llegado ninguna notificación de la inspección educativa. Deben entender que la soberanía depende de la asamblea, pero se niegan a convocarla. Lo peor de todo es la imagen que se da al exterior de nuestras bandas y de Alzira», lamentaron los integrantes del sector disidente.

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