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El algarrobo se abre paso como nuevo tesoro agrícola

También se hace hueco en zonas de regadío

Una plantación nueva de algarrobos en un parcela de Turís, en una imagen reciente. | RAFA PUCHADES

Las plantaciones de naranjas y mandarinas han sido, durante décadas, una fuente de riqueza y prosperidad para la comarca. Todavía, a día de hoy, suponen una importante fuente de ingresos para muchos productores. Y el sustento de miles de familias. No obstante, las tendencias agrícolas cambian para adaptarse a las exigencias del mercado y hay quien huye del monocultivo para garantizarse el éxito. El caqui se convirtió, hace años, en una alternativa de negocio a la que se sumaron numerosos agricultores. Fue bautizado como el «oro rojo». Pero ahora este metal precioso ha vuelto a cambiar de color en base a una nueva tendencia. Ahora, en el campo se habla del «oro negro». Negro algarrobo, para ser más precisos.

El árbol que dio nombre a uno de los personajes de la mítica serie televisiva «Curro Jiménez» ha dejado atrás sus años de ostracismo, en los que vivió prácticamente ninguneado por aquellos que labran la tierra. De un tiempo a esta parte, ha ganado protagonismo en las parcelas de cultivo.

Hay zonas de la comarca como Turís donde se explotaba, desde hace años, el algarrobo como un producto agrícola más. No obstante, desde hace un par años la superficie dedicada a este árbol ha crecido de forma considerable. Cada vez son más las parcelas en las que se observan plantones de esta variedad.

Si bien es cierto que los agricultores encuentran, en ocasiones, problemas con los injertos, también lo es que el algarrobo no necesita tratamientos químicos, lo que supone una clara ventaja con respecto a los cultivos mayoritarios como el citrícola o la gran esperanza frustrada en que se ha convertido el caqui. Las cosechas de los agrios más comunes y las rojo brillante se han visto reducidas por las plagas y otro tipo de inconvenientes que han reducido de forma drástica su rentabilidad hasta el punto de que, en más de una ocasión, solo generan pérdidas.

Además de nuevas plantaciones, también se ha observado una clara tendencia a recuperar aquellas que se encontraban abandonadas para darle una segunda oportunidad a unos árboles que no se consideraban valiosos.

Escasa inversión

Ya sea en parcela nueva o antigua, el algarrobo se ha ganado a pulso el honor de ser considerado una posibilidad prometedora para la agricultura. Aquellos que lo conocen más a fondo no dudan a la hora de pensar que es una buena opción para el campo valenciano. Por un lado, por las condiciones climáticas, que son idóneas. No en balde, se trata de una especie autóctona. El otro punto a su favor, ya mencionado, es que tiene un coste de mantenimiento relativamente bajo. Tampoco requiere de grandes superficies ni estructuras enormes. Es más, se le puede sacar provecho tanto en zonas de regadío como de secano, si bien es cierto en que en la primera se puede obtener una mayor producción. Así lo expresaba, hace ahora un año, en estas mismas páginas Rosa Hernandorena, directora comercial de uno de los viveros más importantes de la comarca: «La planta es más cara porque se tarda producir, pero si una planta de quince euros te da rentabilidad y una de cinco no, mejor invertir en ella. Es una alternativa de lo más interesante. En València, Tarragona y Baleares se encuentran las mejores industrias que se alimentan de la algarroba».

Los agricultores obtienen un gran beneficio de las plantaciones de algarrobos ya que a la escasa inversión en mantenimiento hay que añadirle la demanda industrial de este producto, lo que le garantiza un buen precio.

El valor de mercado de cítricos o caquis, los productos más extendidos en la comarca, se encuentra por los suelos. Según los datos que maneja cada semana la Conselleria de Agricultura, variedades como la satsuma se encuentran por debajo de los 21 céntimos el quilogramo. Algunas clementinas, en el mejor de los casos, podrían alcanzar los 40. Las mandarinas no llegan a dicha cifra y las naranjas ni siquiera alcanzan los 22. El caqui oscilaba entre los 20 y los 45. Son cifras con las que muchos agricultores difícilmente consiguen que sus producciones sean rentables. Mientras, la algarroba se llega a pagar a 1,44 euros, un precio que multiplica, en el peor de los casos, por siete al de los cítricos. más extendidos. Su valor también ha crecido en los últimos años, ya que no hace tanto también se situaba en torno a los veinte céntimos por kilo.

El «oro negro» no ha pasado desapercibido, tampoco, para los ladrones de cosechas. Del mismo modo que ha crecido la superficie de cultivo destinada al algarrobo y su valor en el marcado, también lo han hecho los robos en el campo. Cada vez más, los agricultores asisten impotentes ante un suceso que, para su desgracia, se ha producido históricamente con aquellos cultivos que ofrecen cierta rentabilidad.

Uso variado: desde elaborar cosméticos hasta alimentación

Turís cuenta con una fábrica que transforma el fruto de este árbol en productos diversos. De las semillas del interior de las vainas se produce la llamada goma de garrofín, una pasta que se usa tanto en la alimentación como en la cosmética. Sirve como espesante o gelificante en la elaboración de helados o productos lácteos. También permite fabrirar harinas para piensos de animales o para respostería.

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