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Latidos solidarios en Uganda

La joven cullerense Anaís Cebolla Aguilar se embarca en un proyecto solidario en África

Anaïs reparte alimentos a la población ugandesa, que «te da mucho más de lo que aportas». | LEVANTE-EMV

La cullerense Anaïs Cheyenne Cebolla Aguilar, de 26 años, y su compañera Ana María Soliveres, que trabajan como educadoras en una residencia de acogida de niñas y niños en Altea, han emprendido una aventura solidaria que las ha llevado hasta Fort Portal, en Uganda.

La intención de ambas siempre fue impulsar un voluntariado en el extranjero. Tras un pequeño viaje turístico, social y formativo a Marruecos en noviembre de 2019 decidieron que tenían que cumplir su sueño.Una pandemia y circunstancias médicas personales las empujaron a precipitar el proyecto un año después. «Nos levantamos un día y dijimos ¿nos vamos?”. El 18 de febrero de 2020 emprendieron un largo viaje hasta llegar a Fort Portal. «Fue la mejor decisión que tomamos porque disfrutamos con las niñas, descubrimos sentimientos nuevos en aquella tierra, que empezaba a llenarnos el corazon», afirman al unísono. Tan solo cuatro meses después, Anaís y Ana volvían para seguir ayudando y creando comunidad como voluntarias en un orfelinato de niños y niñas y, por las tardes, acudían por su cuenta a las diferentes aldeas para repartir alimentos, ropa o calzado. 

Buscar ayuda

Ambas decidieron solicitar ayuda económica a través de su cuenta de Instagram @uganda.team para comprar todo lo necesario e impulsar algunos proyectos que ya se desarrollan allí. «Compramos colchones, mantas, literas, cazuelas, mesas, bancos, estanterías, columpios y un gran etcétera. Y con el dinero sobrante ayudamos a muchos niños y niñas a pagarles los estudios para que sigan formándose».

«Esa fue nuestra pequeña semilla en Uganda, pequeña porque ellos y ellas siempre te dan más de lo que tú les aportas a ellos. Es un aprendizaje y una experiencia única en la vida y totalmente recomendable», aseguran.

Un país que cautiva

Uganda «es un país maravilloso, con paisajes inolvidables. Tiene mil lugares donde perderse y disfrutar de la tranquilidad y del verdor de su preciosa naturaleza», detallan. «Además, está formado por gente realmente buena e implicada». Siempre se han sentido allí acogidas y arropadas «Y eso hace que hayamos pasado a formar parte de la gran familia ugandesa».

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