el Jardín Botánico de Valencia, florido pensil de románticos, fue creado en 1499 por el ilustre botánico Juan Bautista Cavanilles. Gracias a su extraordinaria belleza y gran variedad de especies, llegó a decirse de él que fue, no sólo el Jardín del Edén, donde vivieron felices Adán y Eva, sino también el Paraíso Perdido de Milton, en el que Lucifer se convierte en un personaje carismático. Pero, sin duda, lo más importante de este curioso jardín fue la gran cantidad de plantas alucinógenas y medicinales, que inspiraron a Teofrasto su famosa Botánica oculta o falso Paracelso.

Como todo jardín misterioso, el Botánico tuvo sus leyendas de duendes, brujas y fantasmas. Y sus árboles fueron testigos de ardientes pasiones de enamorados, de duelos a primera sangre al amanecer y también de reuniones políticas, como hace dos años cuando el tripartido formado por PSOE, Compromís y Podemos, firmaron el Pacto del Botánico. Un pacto que ha causado graves deterioros en árboles, plantas y flores de este emblemático jardín.

Los árboles de la ciencia que debía cuidar el señor Vicent Marzà están completamente secos, las hojas no se ven por ninguna parte y sus ramas, atacadas por una plaga de catalanitis aurea necesitan una buena poda, porque son el paradigma del desconcierto y la frustración que se viven en la Consellería de Educación desde que un maestro, afiliado al mayoritario sindicato de la enseñanza pública, ocupa el sillón de Conseller, mientras el Tribunal Superior de Justicia mantiene la suspensión cautelar de su discriminatorio decreto de plurilingüismo.

El conjunto de plantas de la salud, de las que se ocupa la consellera Montón también presenta un aspecto desolador, y el colectivo sanitario y el facultativo se sienten defraudados. Por su parte los sindicatos se quejan de que la señora Montón se comprometió a desbloquear las oposiciones en Sanidad y todavía siguen sin hacerse efectivos todos los puestos de trabajo. ¿Y qué decir del problema que se ha creado con un centro modélico como el IVO? Los pacientes están indignados.

El huerto donde se cultivan las ayudas a la dependencia y los servicios sociales, que por afectar a los más necesitados debían tener prioridad sobre cualquier otro gasto del Gobierno, deja mucho que desear. Se nota la falta de riego económico y por mucho que la señora Mónica Oltra quiera justificarlo, un buen número de personas dependientes esperan las ayudas, para aliviar su difícil existencia. Y lo mismo ocurre tanto en algunos geriátricos como en centros de acogida que necesitan controles rigurosos, y sobre todo soluciones.

Los árboles de la justicia también están gravemente afectados porque, como sucede en toda España, la gestión de los juzgados continúa arrastrando deficiencias, sobre todo técnicas, y hasta ahora la Consellería no ha destinado los medios necesarios. Esta lentitud genera quejas entre jueces, abogados, procuradores y muy especialmente entre las personas imputadas que ven pasar el tiempo con la vida arruinada, para al final ser declarados inocentes.

El árbol que preside el Tripartito se llama Ximo Puig y pese a su bonhomía, también se encuentra muy afectado al haberle crecido en su parte izquierda dos arbustos altamente peligrosos: el llamado Pedronono y el Ábalos-rex que pueden poner en peligro su presidencia. Y para colmo, Sánchez elige a Cristina Narbona, que fue la principal responsable de paralizar el trasvase del Ebro y traernos las horribles desaladoras.

Pero si ahora observamos las hierbas, los hierbajos, las plantas y los árboles que crecen en la parcela del Partido Popular, observaremos que su estado es tan deplorable o más que el del tripartito, con la particularidad de que aquí hay un sólo responsable. Se llama Rajoy. Es el Presidente del Gobierno que está entregando cientos de millones a Cataluña y ninguneando constantemente a la Comunidad Valenciana, donde siempre tuvo su mayor granero de votos. ¿Podría alguien explicarme a qué se debe esta asombrosa actitud de Rajoy hacia nuestra Comunidad?

Como le ocurrió al naranjo con la «tristeza», la tristeza y las rivalidades personales han invadido el huerto de los populares valencianos y hará falta un buen ingeniero agrónomo para corregir el desastre.

Propongo una solución: Encerrar en el Jardín botánico a los políticos de todos los partidos, y mantenerlos allí, a pan y agua, hasta que sean capaces de llegar a un consenso, sin extremismos ni populismos, para gobernar la Comunidad Valenciana.