La práctica totalidad de los incendios que se han registrado en lo que va de año han tenido como causantes la mano del hombre. Para ser más concretos, de los 12 que ha contabilizado la Conselleria de Medio Ambiente solo uno se inició de forma fortuita, concretamente por un rayo. Todos los demás tuvieron como principal motivo la acción humana. Dos de ellos prendieron por una negligencia mientras que otros nueve ardieron de forma intencionada, lo que resulta, a la postre, más preocupante.

En realidad, 2017 va a acabar como el año con menos incendios y menor superficie quemada en décadas, y eso que las condiciones de sequía y calor del pasado verano eran de los más propicias. Entre enero y septiembre se contabilizan un total de 12 fuegos, todos ellos de baja intensidad. Estos suman una superficie quemada de apenas 3,3 hectáreas.

El 97,5% tuvo una causa intencionada, según la investigación llevad a cabo por los miembros de la Conselleria. Eso no pasa solo en la Safor. La mayoría de los incendios que se producen en la Comunitat Valenciana son intencionados, como se refleja en los mismos informes.

Así, se puede decir que el de 2017 fue un verano «tranquilo» en la comarca de la Safor. Si bien, el fuego más importante fue el que se registró en el mes de junio en el Real de Gandia. Fue, concretamente, el día 29. El siniestro se produjo en la zona del Racó d'Ullets, junto al colegio Las Colinas, y arrasó una hectárea.

En realidad, si se tiene en cuenta la cercanía de Terrateig con la comarca de la Safor, en tanto que se sitúa a las faldas del Vall del Vernissa, y casi tocando el término municipal de Castellonet, las llamas que se declararon en este municipio en julio fueron las que mayor superficie arrasaron, con una hectárea y media.

El tercer incendio con mayor superficie quemada tuvo lugar en Tavernes de la Valldigna, con 8.000 metros cuadrados, en el Racó del Ciprés. Aquel siniestro se produjo por una negligencia, concretamente cuando un operario cortaba un cartel anunciador con una radial y una chispa ocasionó el fuego.

Tras este, se encuentra el que tuvo lugar en abril en Ador, con 3.000 metros cuadrados de terreno pasto de las llamas, mientras que ese mismo mes, en Xeraco, se generó otro fuego con 2.500 metros cuadrados calcinados. En marzo, en Villalonga se registró un incendio que calcinó 1.000 metros cuadrados de superficie. El resto de incidencias tienen mucha menor consideración.

Villalonga, el más castigado

El término municipal más castigado por el fuego en este 2017 ha sido Villalonga. No por la extensión de terreno quemado pero sí por el número de incendios que se registran. En los nueve primeros meses del año se han contabilizado cuatro siniestros, lo que significa un tercio del total de los que se han detectado en 2017.

El único incendio que se produjo por un fenómeno tormentoso se registró en Benifairó de la Valldigna en septiembre. En aquel episodio ardieron 500 metros cuadrados de superficie.

Las cifras del 2017 contrastan con las que se registraron el año anterior. Pese a que en número de fuegos prácticamente están equilibrados (13), la superficie arrasada fue mucho mayor. En 2016, el fuego se llevó por delante un total de 43 hectáreas, siendo el más grande el que se produjo en julio en Tavernes, que se llevó 25 hectáreas de monte. Aquel fuego estuvo motivado por una negligencia después de que un vecino lanzara un cohete al aire y este acabara prendiendo la vegetación.

El siguiente más importante fue uno en Terrateig, que consumió más de 13 hectáreas, mientras que otro fuego en Xeraco en julio arrasó con 3.800 metros cuadrados de superficie.

En 2016, igual que está ocurriendo este año, también fueron la gran mayoría de los fuegos intencionados y por culpa de una negligencia.