? La relación existente entre el Gremio de Plateros de Gandia y la Hermandad del Santo Sepulcro a inicios del siglo XIX se materializa en que la urna que albergaba los restos del Beato Andrés Hibernón había sido realizada en 1816 por dicho gremio para el paso del Santo Sepulcro.

En 1927 la Hermandad se encontraba a punto de desaparecer, pero un grupo de cofrades se propusieron refundarla. El éxito se debió al hermano mayor Sr. Morente Escobosa, director de la sucursal del Banco Hispano Americano, y al celo del virtuoso capellán de la Iglesia de San Roque, Andrés Martí Sanz, sin dejar en el olvido a los demás componentes de la Junta, entre los que merece especial distinción el empresario Antonio Viña Tarrazona y la señora camarera, doña Herminia Solís, esposa del Comandante de Marina del puerto, D. José Terol, la cual se había propuesto que el culto al Sagrado Cuerpo de la imagen del Señor tuviera la brillantez y majestad que las cosas se merecen.

La Revista de Gandia comentaba a sus lectores el 26 de mayo de 1928 a propósito de la refundación: «Tras la reciente instauración de la Hermandad del Santo Sepulcro en el Exconvento de San Roque, está dando muestras patentes de insuperable entusiasmo hasta el punto de poder afirmar que nuestra ciudad cuenta con una magnífica cofradía de la Semana santa, numerosísima, seria, devota y entusiasta. La organización e indumentaria de los hermanos, al estilo de la de Málaga, se tomó como modelo, ya que dicha capital era donde revisten la Cofradías la mayor severidad y devoción».

Dicho año la cofradía alcanzó la afiliación de 200 almas. La nueva indumentaria consistía en una túnica y capirote de satén brillante de color morado, sandalias negras, capa de lanilla de color blanco, bastón de metal plateado, cíngulos de seda dorados y guantes blancos. El capirote llevaba bordado en el pecho un escudo con sedas de colores a modo de escapulario. Con objeto de gestionar lo necesario para confeccionar unas hermosas andas que sirvieran de trono a la venerada imagen, el Hermano Mayor visitó Valencia con el fin de obtener varios presupuestos correspondientes a diversos artistas, entre los que se encontraban Pío Mollar e Inocencio Cuesta.

Ello culminó con la talla gótica de un anda procesional encargada al escultor Pío Mollar, siendo bendecida el 24 de marzo de 1929 en la Iglesia de San Roque por el recién nombrado Abad Mitrado de la ciudad. D. José Sola López.

Los sucesos del 36 llevaron a la disolución de la hermandad, siendo destruidos los sepulcros que en la iglesia del Beato se albergaban, así como la pérdida de todo el archivo histórico y patrimonial de la hermandad. En la imagen, aquellas andas desaparecidas.