Ese barco velero cargado de sueños cruzó la bahía. Me dejó aquella tarde agitando el pañuelo sentada en la orilla...» Es el estribillo de la famosa canción Marinero de Luces, cantada por la Pantoja y dedicada a su marido, el torero Paquirri, tras la trágica muerte en Pozoblanco.

Y yo podría añadir: «Ni es velero, ni hay bahía. Es el barco de pasaje que ya opera de nuevo en Gandia».

Después del «éxito» del pasado verano, o al menos eso dicen las partes interesadas, los políticos y la Naviera, el viernes de la semana pasada salió con destino a las Islas Baleares el súper-ferri «Almudaina Dos». Un día antes, y al más puro Bienvenido Míster Marshall, en un Real Club Náutico, engalanado para la ocasión, toldo viene toldo va, y frente a un opíparo catering, se reunieron decenas de personas invitadas, o no del todo, por la Naviera Armas, propietaria primeriza de la famosa Trasmediterránea. Los asistentes, cava en mano, brindaron para que el barco tenga como mínimo el éxito del pasado verano. Representantes de la naviera, políticos y la habitual clec, se fragmentaron las manos de tanto aplaudir. Solo faltó Shakira haciendo publicidad de Costa Cruceros.

Sin ánimo de polemizar, no es mi talante, estoy tan encantado de que venga un barco de pasajeros a Gandia como lo estaría si lo hiciese un «tren bala» japonés. Pero en esta «partida», que cada cual pague su ronda. El Ayuntamiento a poner sólo las «cartas», y si puede ser boca arriba.

Que un verano más la línea vuelva a funcionar es de tipo político y de la subvencionada naviera. Turísticamente y económicamente no me lo creo, por mucho humo que vendan. De impacto financiero y laboral nada de nada, de cosa pintoresca y colorida, bocinas incluidas, quizás sí.

La compañía se comprometió a hacer la «prueba del algodón» el pasado verano y si resultaba favorable se quedaba. Por lo que veo alguien miente, este año van hacer la «reprueba». A excepción de la «jaima» tunecina un poco más grande, todo sigue igual. Si se quisieran quedar, las obras (atraque, pequeña terminal, aparcamientos etc.) estarían ya en marcha desde hace meses. «El algodón no engaña», o eso dijo «Don Limpio».

Actualmente el puerto de Gandia no tiene condiciones para albergar buques de pasaje. Se tendrían que acometer importantes trabajos y, por lo que yo sé, la Autoridad Portuaria de Valencia no está por labor. Tal vez lo consideren, una vez acabado el «Calatrava de la Safor», puente que une los Pedregales con Venecia.

Este barco es una especie de desatascador de los tapones producidos en los puertos de Valencia y Denia. Los pasajeros no pernoctan y pocos son los que comen. Llegan para irse a las Islas, sin más. Que caiga algún café o bocadillo, puede ser. Es un sinsentido ofrecer Gandia, con todo su esplendor veraniego, para que los turistas se vayan a Ibiza o a Mallorca. Desde Baleares, y por el favor, se comprometen a traer a Gandia, nada menos que siete horas de viaje, a alemanes para que visiten nuestro palacio del Santo Duque y el Museo Fallero, ninots indultats incluidos. Esto de los alemanes me puede, y es que yo de psiquiatría no tengo ni idea. Hablaré con el Dr. Cortell haber qué me dice.

La nave llega a Gandia por casualidad. Ni estudio previo de viabilidad ni de sus posibles pasajeros. Se le ocurrió a alguien que pasaba por aquí, la fideuá tira mucho, o por Fitur, o por Alcobendas, donde está o estaba la sede central de la compañía, y sacó la frase a pasear: «¿por qué no desde Gandía?».

Pitra, otra compañía de carga y pasaje, esta balear, lo intentó hace dos décadas y fue un auténtico fracaso. El Ayuntamiento no colaboró en nada. Hoy parece que el «Almudania Dos» sea del consistorio. Solo falta nombrar concejal de turismo al capitán.

Ni tan poco como antes ni tanto como ahora. No deja de ser una empresa privada. Hay que mimarla sí, pero no tanto. Las de Gandia, mucho más productivas y solventes, empiezan, y con razón, a estar un poco celosonas.

Las épocas doradas de la azarosa Trasmediterránea hace muchos años que pasaron a mejor vida. Se fundó en el año 1916, se nacionalizó en 1978 se privatizó en el 2002 cuando Acciona la «compró» por cuatro perras y, si hace una semana no la adquiere la Naviera Armas, el hundimiento estaba más que cantado. Pero, siempre está el Papá Estado para hacer de salvavidas. Las importantes subvenciones estatales, todas absolutamente legales y obligatorias, así lo demuestran.