Ha formado parte de nuestro paisaje durante siglos, desde que llegó a bordo de los navíos que regresaban de la América recién conquistada. Se extendió rápidamente hasta cubrir peñascos y montes, ha servido para fijar límites de parcelas y su fruto, el higo chumbo o figa de pala, ha dado de comer a reses y humanos en épocas de hambruna.

Pero parece que esta planta exótica invasora, muy prolífica y resistente, tiene los días contados. Una plaga de cochinilla está arrasando con todas las chumberas, y el fenómeno es bien visible, sobre todo en lugares como la montaña de Sant Joan o Bairén, donde su presencia era masiva. La cochinilla está afectando mortalmente a las paleres, no solo de la Safor, sino de toda la península.

«Es una especie invasora y muy competitiva, que cuesta mucho de eliminar», explica Xavier Ródenas, concejal de Gestión Responsable el Territorio del Ayuntamiento de Gandia. «Desde el ayuntamiento se ha luchado mucho contra ella y se han invertido miles de euros en intentar eliminarla o controlarla desde hace muchos años», afirma. Ahora, la plaga está eliminando de forma natural toda la población de chumberas, y Ródenas se felicita porque que la naturaleza «haga su trabajo».

Resulta paradójico que sea la cochinilla la responsable: se trata de un insecto del que antiguamente se extraía el color carmesí para los tintes y que se alimenta preferiblemente de este cactus, y fue precisamente este el motivo por el que los descubridores lo trajeron desde América, con la intención de habilitar «criaderos» de cochinillas y alimentarlas con sus hojas.

Desde que se declaró especie invasora en 2013, está prohibida en España la introducción de este cactus en el medio natural.