A corto plazo, no va a haber ningún cambio en los usos de la iglesia de Sant Roc, popularmente conocida como del Beato. Tanto el Ayuntamiento de Gandia, propietario del edificio, como el arzobispado mantienen conversaciones para que el templo continue prestando el servicio habitual después de Navidad, cuando las tres monjas residentes sean trasladadas a otras casas de la orden franciscana de la Inmaculada a causa de su avanzada edad.

Así lo confirmó ayer Ciro Palmer, en quien la corporación municipal ha delegado este asunto. «Hablo en nombre del ayuntamiento», recalcó, «y está garantizado el culto en la iglesia del Beato». Las negociaciones entre ayuntamiento y arzobispado también están siendo transmitidas a otras entidades afectadas, como son la Asociación Beato Andrés Hibernón y la Junta Mayor de Hermandades de la Semana Santa, ya que dos cofradías, la del Sepulcro y la del Nazareno, tienen su sede en dicha iglesia.

Sobre cómo se va a garantizar el servicio prestado hasta ahora por las franciscanas, Palmer apuntó algunas posibilidades. Una de ellas, tal vez la más factible, es que nuevos curas se trasladen a la vivienda que ocupan ahora las religiosas, de forma que podrían atender a los fieles de la misma forma.

Porque el problema no es solo oficiar las misas, que hasta ahora han corrido a cargo de los vicarios de la Colegiata de Gandia, sino abrir y cerrar las puertas, mantener en buen estado las instalaciones (limpieza, reparaciones, etc.) y, sobre todo, atender tanto a los devotos del Beatet, cuando acuden diariamente a encender cirios (aun cuando las puertas están cerradas al público), como a los miembros de la Asociación Beato Andrés Hibernón y de las hermandades del Nazareno y del Sepulcro, que mantienen reuniones periódicas en el templo. Si se opta por esta opción, los sacerdotes «que se encarguen del culto se encargarán también del servicio», aseveró Palmer.

Otra posibilidad es traer a Gandia monjas de otras congregaciones, «e incluso de Sudamérica», pero Palmer cree que se trataría «desvestir a un santo para vestir a otro», ya que la falta de vocaciones y de relevo generacional es general en todas partes y las que se trasladaran a Gandia dejarían en precario su casa de origen.

Aunque ahora no peligre la función religiosa, social, festiva y cultural de la iglesia, desde el ayuntamiento comienzan a plantearse qué pasaría si a medio o largo plazo se perpetúa la falta de relevo generacional en los religiosos o religiosas que custodien el edificio. Se ha hablado de instalar en esta iglesia el Museo de la Semana Santa, pero, según Palmer, de momento no hay nada previsto. «El ayuntamiento, propietario del edificio, garantiza el uso actual y esperaremos a ver cómo se desarrollan los acontecimientos en el futuro». Pero si continúa la falta de vocaciones, el ayuntamiento podría «actualizar o revisar el convenio firmado con el arzobispado» para decidir el destino de estas dependencias municipales.

La despedida, el 13 de enero

Lo que ya está decidido es que el ayuntamiento celebrará el 13 de enero un acto para despedir a las tres hermanas franciscanas que durante décadas han cuidado del Beatet y que se retiran a las casas que la orden tiene en l’Alqueria de la Comtessa y Teulada.

El convento de Sant Roc, creado en el siglo XVI por el V duque de Gandia, Carlos de Borja, fue regentado por frailes franciscanos, entre los que se encontraba el popular Andrés Hibernón, hasta que en el siglo XIX, a causa de la Desamortización, fueron expulsados y expropiado el edificio. La orden de las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada se instaló en el antiguo convento hace siglo y medio cuando las requirió el entonces alcalde, Joaquín Ballester, para abrir un asilo de ancianos, la conocida como Beneficencia.