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A toda plana

Gabriel Císcar y Císcar

Monumento a Gabriel Ciscar en Oliva.

La herencia olivense de mi madre sigue viva en mi corazón y siempre me alegra visitar Oliva. Allí tengo magníficos lazos familiares, con mis queridas primas, Amparo, Inmaculada, María Luisa, y Mari Tere. Guardo también los recuerdos de una infancia feliz, y nunca podré olvidar el rodaje en la playa de Oliva, donde realicé una película protagonizada por Irene Salabert y Eduardo Martínez que comenzaba con muchas parejas bailando en la terraza de Saro Gilabert. ¡Qué tiempos aquellos!

Pero hay en Oliva dos personajes famosos a los que nunca dejo de visitar, el poeta Francisco Brines, en su querida Elca cultivando las rosas de otoño, y don Gabriel Ciscar, que, convertido en estatua de bronce, vive sobre su columna rodeado por el ayuntamiento, la antigua farmacia del licenciado Tormo y la casa de mis tíos Cardona-Miralles con su mirador de cuento de hadas.

Dado que desde hace algún tiempo se ha puesto de moda menospreciar a España y a los españoles, bueno será recordar a don Gabriel Ciscar, ilustre político, marino, matemático y español internacional de la Safor.

Nació en Oliva el 17 de marzo de 1759 en el seno de una familia acomodada. Dotado de una inteligencia poco común, al cumplir 17 años se trasladó a Valencia, en cuya universidad cursó los estudios de filosofía y humanidades con brillantísimas calificaciones. Para cumplir el servicio militar marchó a Cartagena e ingresó en las Fuerzas Navales. Muy pronto Gabriel Ciscar alcanzó el grado de Teniente de Fragata y, poco después, logró la cátedra de matemáticas en la Escuela de Guardia Marinas. Durante este tiempo escribió varios tratados sobre su asignatura que incluían estudios sobre el sextante, la brújula, instrumentos ópticos y astronómicos titulados: Tratado de Cosmografía y Tratado de Trigonometría Esférica para la instrucción de los Guardias Marinas. Además, su vertiente literaria se manifestó en varios escritos, como el titulado: Poema Físico-Astronómico.

El aspecto de Gabriel Ciscar, alto y elegante, se completaba con unos ojos profundamente azules como las aguas de los mares que tanto amaba. De rostro enérgico, pero amable en el trato, era apreciado y admirado, tanto por sus alumnos como por sus más ilustres colegas.

El trabajo intelectual no le impidió mantener una brillante vida social. Contrajo matrimonio con Ana Agustina Berenguer. Hija del virrey de Nueva España, don Félix Berenguer de Marquina, una atractiva mujer, de la que escribió en su diario cuando la conoció: «Tiene la piel nacarada y suave, el cabello castaño con reflejos de oro, los ojos color de miel y la boca es una fresa partida por gala en dos».

Tras su boda, Ciscar siguió ganando prestigio en todos los ámbitos científicos, y en 1788 fue nombrado director de la Escuela Naval Militar de Cartagena. En 1798 viajó a París presidiendo la delegación española que estableció el sistema métrico decimal y escribió Memoria elemental sobre los nuevos pesos y medidas fundados en la naturaleza.

La fama del olivense se consolidaba cada día más, pero en 1808 la vida de Gabriel Ciscar cambia radicalmente a causa de la invasión francesa y el inicio de la Guerra de la Independencia. A partir de entonces deja a un lado sus labores de enseñanza e investigación y se dedica en cuerpo y alma a la política, convirtiéndose en un destacado miembro de la Junta Central. Es nombrado gobernador civil y militar de Cartagena donde realiza una encomiable labor tanto en lo civil como en lo militar. Más tarde, entre 1811 y 1812, participa de la Segunda Regencia establecida por las Cortes de Cádiz y, en diversas intervenciones, pone de manifiesto sus grandes dotes para la alta política.

A la vuelta de Fernando VII a España, Gabriel Ciscar fue detenido por sus ideas liberales y desterrado a su Oliva natal. Allí, alejado de las tensiones políticas, encuentra en su magnífica biblioteca un remanso de paz para seguir profundizando en los clásicos y escribir varios trabajos de teoría política para el buen gobierno de las naciones.

Con la llegada del trienio liberal, Ciscar volvió a la vida pública y en 1820 fue ascendido a Teniente General. Durante el tiempo que permaneció en el cargo dejó una brillantísima hoja de servicios que le llevó, en 1823, a ocupar el puesto de Regente. Pero poco duró su alegría, porque el triunfo de la Restauración Absolutista de Fernando VII, gracias a la ayuda de las monarquías europeas mandando a los Cien Mil hijos de San Luis, obligó a Ciscar a exiliarse en Gibraltar. Allí vivió durante seis años gracias a la generosidad de su amigo, el duque de Wellington. Como sucede tantas veces en España, cuando se secuestra la libertad al pueblo, viene la dictadura. En esta ocasión fue el absolutismo del rey felón lo que acabó con la democracia y la Constitución aprobada en las Cortes de Cádiz, donde Gabriel Ciscar jugó un importante papel.

Gabriel Ciscar y Ciscar, además de notable político y marino, es considerado como el matemático español más destacado de su época. En su ciudad de Oliva queda su estatua para que permanezca viva la memoria y el ejemplo de este gran hombre.

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