Cuatro días después de que se encontrara el cadáver de una ballena joven encallada en las rocas de uno de los diques que protege el puerto de Gandia, el cuerpo de ese animal fue retirado en la tarde de ayer del muelle sur de la dársena portuaria, adonde fue amarrado para evitar que, literalmente, explotara y esparciera sus vísceras en el mar abierto. Eso se convirtió en una amenaza y habría podido obligar a cerrar playas como la Nord de Gandia o de la Daimús, muy concurridas en esta época del año, y más aún en el fin de semana de la Nit de Sant Joan.

Lo que casi nadie pensaba entonces es que la gestión de ese cadáver, de unos siete metros de longitud, iba a ser tan complicada y que se tuviera que esperar a la tarde de ayer, martes, para sacarlo del muelle sur portuario, donde menos podía molestar el hedor que desprendía su cuerpo, altamente degradado por el efecto del mar y por el calor.

Según señalan fuentes consultadas ayer por este periódico, tanto el Oceanogràfic como el departamento de Biología de la Universitat de València descartaron finalmente poder aprovechar el cuerpo del cetáceo que, en la mañana del sábado, fue desplazándose, movido por las corrientes, desde la costa de Tavernes de la Valldigna hasta topar con el muelle portuario de Gandia.

Buzos de la Autoridad Portuaria de València procedieron en la jornada festiva del lunes a recubrir con una lona el tronco del animal con la intención de elevarlo mediante una grúa y depositarlo en un contenedor. Todo apuntaba a que eso se haría en la misma jornada, pero se tuvo que esperar a ayer ante el riesgo de que la putrefacción generara el desmembramiento en el momento de ser elevado. Descartado algún tipo de aprovechamiento científico, más allá de la toma de muestras para investigar la causa de la muerte y otros conceptos, el destino final es un vertedero especialmente concebido para destruir restos animales situado en las inmediaciones de la ciudad de Lleida.

Durante todo el fin de semana muchos curiosos que paseaban por el dique peatonalizado del puerto de Gandia contemplaron el cuerpo de la ballena, una especie que, raramente llega a la costa del Mediterráneo.