Vecina de Oliva

Permítanme unas letras sobre la urbanización Canyaes 1 de Oliva, ahora que nos acercamos al tercer aniversario de la hoja de ruta municipal que debería haber finalizado adecuadamente.

El 4 de abril de 2018 el Ayuntamiento se comprometió a adoptar una serie de medidas para resolver las múltiples deficiencias que presentaba el proceso urbanizador de este sector. Deficiencias señaladas por el consistorio y comunicadas a propietarios y ciudadanía en un boletín elaborado al efecto, que comenzaban por la falta de publicación del Plan Parcial del sector, con lo que carecían de validez el resto de instrumentos de desarrollo y gestión (proyectos de reparcelación y urbanización, cuenta de liquidación provisional, licencias...).

A este desaguisado jurídico, por desgracia, siguen otros muchos. Como la «desaparición» de buena parte de la vivienda de protección pública que correspondía al sector (25% de su edificabilidad), o la de una calle «desaparecida» al ser incorporados sus 408 m2 a una parcela privada. Hasta el punto de que el Ayuntamiento tuvo que abrir un expediente de infracción urbanística al propietario (directamente relacionado con el agente urbanizador) que intentó vallar dicha calle, siendo necesario acudir a los tribunales para defender el dominio público. De hecho, todavía hoy no es posible disfrutar adecuadamente de ese vial peatonal previsto en el planeamiento.

Aunque, por desgracia, no es lo único. Tampoco podemos disfrutar de los 14 metros de ancho de vial que hubiesen permitido un mejor acceso a la urbanización y una articulación en condiciones entre la avenida Demetrio Pi y el paseo Francisco Brines. Un ancho de vial que se perdió por el camino, a pesar de figurar en el proyecto de homologación.

Como tampoco podemos disfrutar de un carril bici que dé continuidad al ejecutado en la parte superior del paseo Fco. Brines. Carril que ni siquiera se planteó en los proyectos de 2009, a pesar de que la legislación lo exigía, así como también el sentido común, dado que no tiene lógica que el trazado sur del carril termine abruptamente en Travessera de Sant Roquet. Es de cajón. Pero, aun así, no se contempló. Ni se hizo en su día, ni se ha puesto mucho empeño en subsanar el error una vez detectado.

Subsanación que podrían permitir los 470 m2 de más, respecto de las superficies que figuran en el proyecto de reparcelación, que presentan 8 de las parcelas del sector (al margen de los 408 m2 extra del vial peatonal). Es decir, ampliar el dominio público reordenando esas mayores superficies no equidistribuidas, aprovechando la circunstancia de que la mayor parte de las mismas se concentran en las manzanas colindantes con el paseo Fco. Brines. No digo que sea fácil, pero creo que el esfuerzo merece la pena, dado que se trata de algo «para toda la vida», y en la entrada misma de nuestro núcleo marítimo principal y más antiguo.

En resumidas cuentas, en la actualidad ni tenemos carril bici, ni vial peatonal, ni las correspondientes viviendas de protección pública, ni compensación por las mayores superficies no repartidas, ni seguridad jurídica, ni buena articulación del tránsito, ni mantenimiento de zonas verdes, ni hoja de ruta, ni nada.

Durante años he intentado, junto a mi familia y amigos, aportar mi granito de arena para que se corrigieran muchas de estas carencias (aunque la mayoría no me afectan directamente como propietaria). Pido disculpas si alguna vez no lo he hecho de la mejor manera posible.

A pesar de mis limitaciones en las complejidades urbanísticas y administrativas, alguna cosa se ha ido mejorando: el agente urbanizador depositó finalmente (6 años después de lo establecido) el aval correspondiente; la calle peatonal no se valló; el Ayuntamiento reconoció públicamente muchas de las irregularidades en abril de 2018, etc. Como también se han ganado varios juicios: desde el de la infracción por el vallado de la calle, hasta el que terminó en el Tribunal Supremo, pasando por una querella penal contra mi persona (por «hurgar» en estas cuestiones), que afortunadamente gané.

Con todo, queda mucho por hacer. Me gustaría pensar que va a aprovecharse la oportunidad que brindan las futuras revisiones de oficio para subsanar correctamente todo lo mencionado. Somos muchas las personas a las que nos gustaría poder volver a confiar en nuestro Ayuntamiento, dejando atrás épocas en las que «desaparecen» impunemente las cosas de todos, se contestan las alegaciones con afirmaciones que no son ciertas, o se aplica un rigor distinto a cada cual.

Estoy segura de que muchas personas se habrán sentido algo identificadas con lo expuesto. Porque, por desgracia, lo acontecido en Canyaes 1 es sólo una muestra más de los muchos desaguisados urbanísticos olivenses.