Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La (mala) suerte paralela de dos edificios hermanos

La cafetería del Rebollet de Oliva y el emblemático Paradero Ariston de Buenos Aires no solo destacan como bellos ejemplos del modernismo arquitectónico, sino por su triste destino común

La (mala) suerte paralela de dos edificios hermanos

En la arquitectura, como en la vida, hay imágenes paralelas que llaman la atención. Como la que se puede ver justamente ahora en dos ciudades tan alejadas físicamente como son Oliva, en la Safor, y Buenos Aires, la gran capital argentina.

Sin que nadie lo supiera, en las últimas décadas del siglo pasado dos edificios singulares y reconocidos por muchos arquitectos hermanaron, para bien, a esos municipios. Y las dos mismas creaciones siguen hermanando en la actualidad, pero ahora en forma de un lamentable abandono.

En Buenos Aires, un arquitecto húngaro de origen judío que huyó de una Europa que ya temía al terror de los nazis, Marcel Lajos Breuer, diseñó un complejo de cafetería y restaurante en los acantilados del Mar del Plata al que se le bautizó con el nombre de Paradero Ariston. La obra, con unas significativas líneas curvas, estructura metálica y grandes cristaleras, se levantó en 1948.

Ese edificio, abandonado en 1993, ha llamado la atención de expertos urbanistas, que lamentan su estado de degradación y lo sitúan como un símbolo de modernidad. Su grito consiguió que, hace dos años, las autoridades reconocieran su importancia, declarándolo Monumento Nacional, una acción que, hasta el momento, lamentablemente no ha conseguido que sea rehabilitado.

A este lado del mundo, en Oliva, el periodo del desarrollismo que siguió a la posguerra y el auge del coche y el transporte por carretera llevó, en los años sesenta del siglo pasado, a construir una estación de servicio en la entrada norte de la ciudad. El complejo, que se denominó Rebollet, incluyó, además de una gasolinera con singulares cubiertas en líneas rectas y curvas, lo que se consideró un guiño a la Brasilia de Oscar Niemeyer, incluyó una cafetería y restaurante cuya estructura parece tomada de aquel Paradero Ariston que, en esa época, funcionaba en Buenos Aires.

El singular local olivense, del arquitecto barcelonés Juan de Haro Piñar, también de formas curvas y grandes cristaleras, no fue elogiado por los arquitectos hasta décadas después, como ocurrió con su «hermano» bonaerense. Tan paralelas han sido sus existencias que, siguiendo la misma historia, fue vaciado, abandonado y desmantelado hasta el punto de que muchos pensaron que desaparecería.

Pero otra coincidencia es que si el Paradero Ariston está protegido ahora como Monumento Nacional, la antigua cafetería del Rebollet de Oliva también está catalogada desde 1995 en el Plan General de Ordenación Urbana, de manera que no se puede autorizar el derribo.

En medio del abandono, destacados paisajistas argentinos piden un proyecto que otorgue nueva vida al Paradero Ariston, y en Oliva el ayuntamiento está a la espera de que alguna empresa plantee una construcción en ese solar que, obviamente, tendrá que respetar y rehabilitar lo que quedó de la cafetería del Rebollet.

Hace más de quince años, en medio del boom inmobiliario, un proyecto planteó que la estructura se incluyera como zaguán y local comercial anejo a un bloque de viviendas, pero después llegó la crisis e el Rebollet, como el Paradero Ariston, espera que alguien se anime a darles vida y que ese patrimonio arquitectónico no se pierda.

Compartir el artículo

stats