Todos hemos sentido alguna vez cómo las cosas dan vueltas a nuestro alrededor mientras nosotros permanecemos totalmente quietos. Una sensación de mareo pasajero que nos ha obligado a sentarnos (o tumbarnos) y cerrar los ojos hasta que todo vuelve a la normalidad.

Este fenómeno se conoce como vértigo y afecta, principalmente, al sistema de equilibrio de las personas. De este modo, cuando percibimos esa sensación de movimiento sin que realmente exista, lo que ocurre es que se ha producido una especie de cortocircuito en nuestro organismo que dura unos pocos segundos.

Actualmente, se conocen más de 300 causas que pueden producir vértigo, sin que existan todavía tratamientos preventivos ni factores de riesgo claros. Así pues, cualquier persona puede padecerlo pese a que su incidencia aumenta en las personas mayores.

¿Qué tipos de vértigo existen?

El vértigo supone uno de los principales motivos de visita a consultas de Atención Primaria o Urgencias. Según la Sociedad Española de Otorrinolaringología (SEORL-CCC), el 80% de la población ha sufrido algún episodio de vértigo alguna vez en su vida.

A pesar de ello, en la inmensa mayoría de los casos no reviste gravedad; sin embargo, sí puede llegar a repercutir en la calidad de vida de la persona que lo sufre, si este persiste en el tiempo.

El vértigo se presenta, en la mayoría de los casos, en personas que sufren una alteración en su sistema de equilibrio -que se ubica en el oído-; sin embargo, en algunos casos puede ser un síntoma de alguna enfermedad o causa subyacente.

Gráfica que muestra cómo se produce el vértigo posicional paroxístico benigno. ED

El vértigo más frecuente entre la población es el conocido como vértigo posicional paroxístico benigno, que supone el 50% de los casos. Este se produce cuando las otoconias que permiten el correcto funcionamiento de nuestro equilibrio se salen de su conducto original (en el laberinto del oído interno) y se meten en uno de los canales semicirculares; de este modo, al tumbarnos se produce una alteración del líquido que afecta al equilibrio.

En ese momento, el oído empieza a mandar señales erróneas al cerebro y este interpreta que estamos en movimiento. Cuando el otro oído y la vista emiten señales contrarias, el ojo empieza a moverse de forma anormal (Nistagmo) y genera esa sensación de mareo que persiste hasta que las otoconias dejan de moverse.

¿Qué síntomas presenta el vértigo posicional?

Casi todos los vértigos que se producen en el oído muestran unos síntomas parecidos. En estos casos, los pacientes manifiestan movimiento de objetos, náuseas y sensación de desequilibrio, así como inestabilidad anterior (aunque menos frecuente).

Normalmente, los episodios de vértigo son cortos -menos de un minuto- y se presentan cada vez que el paciente mueve la cabeza al acostarse, levantarse, mirar hacia arriba o darse la vuelta en la cama.

Estos vértigos se pueden presentar de una manera aislada o de forma repetitiva durante un par de semanas. Sin embargo, hay pacientes que llevan años con esta situación, sin que nadie les haya sabido explicar ni diagnosticar correctamente lo que les está pasando.

Si tienen estos síntomas, se recomienda visitar al otorrino.

¿Cómo se cura el vértigo posicional?

Habitualmente, algunos tipos de vértigos se tratan con medicamentos. Sin embargo, el vértigo posicional suele tratarse con maniobras de reposición de las otoconias a su lugar de origen: el vestíbulo del laberinto.

Pese a que existen varias maniobras de reposición, la más efectiva para resolver el vértigo posicional paroxístico es la maniobra de Epley.

Doctor Rafael Ramírez, jefe de servicio de la Unidad de Otorrinolaringología del hospital IMED Valencia. Vicente A.Jimenez

A continuación, el doctor Rafael Ramírez, jefe de servicio de la Unidad de Otorrinolaringología del hospital IMED Valencia, nos explica cómo se realiza esta maniobra:

“El primer paso es diagnosticar qué oído está afectado y cuál es el conducto que se debe tratar. Para ello, haremos pruebas acostando y levantando al paciente. Posteriormente, empezaremos a realizar la maniobra”.

“En primer lugar, con el paciente sentado, giraremos la cabeza unos 45º hasta el oído afectado antes de acostarlo. Al cabo de un tiempo, observaremos cómo el ojo empieza a moverse de una forma irregular. Cuando este proceso termina, procedemos a girar la cabeza del paciente 90º al lado contrario, posibilitando que las otoconias sigan moviéndose por el conducto semicircular hacia el sitio donde deben estar. Por último, volvemos a girar otros 90º la cabeza del paciente hasta que este se coloque de lado sobre la camilla. En este momento, las otoconias de conductos semicirculares vuelven al vestíbulo”.