La boda del rey ha puesto en el punto de mira un país pequeño, recóndito y bastante desconocido. Situado a las faldas del Himalaya y del tamaño de Suiza, es la única nación del mundo que mide el índice de felicidad de sus habitantes y no se ha abierto demasiado al resto del mundo. El primer coche llegó en los años 50, el turismo empezó a llegar en los 90 y el aeropuerto se construyó en los años 80. Internet llegó en 2000. La venta de tabaco está prohibida.

El aislado reino himalayico ha apostado por un aperturismo prudente, pero sigue firme en su voluntad de evitar el turismo masivo y preservar una identidad moldeada en torno a las tradiciones de la etnia mayoritaria, la drukpa (dragón), budista y tibetana. El Ministerio de Turismo controla a cada una de las personas que aterrizan en Bután

La dinastía Wangchuck, muy querida en Bután, es célebre por haber ideado el concepto de "Felicidad Nacional Bruta", que descansa en pilares como la conservación de las costumbres locales, el cuidado por el medio ambiente, el buen gobierno y el crecimiento económico. Allí no vale el producto interior bruto (PIB) como en el resto del mundo, sino la felicidad interior bruta (FIB o, en inglés, GNH). Se calcula a partir de indicadores como bienestar psicológico, salud, educación, cultura, ecología, uso del tiempo, nivel de vita, vitalidad de la comunidad y gobernabilidad.

Bután es tan atípico que el padre del actual monarca, que ascendió al trono con 17 años, decidió ren 2008 edactar una Constitución, convocar elecciones democráticas y abdicar en favor de su hijo.

El 80% de la población butanesa vive de la agricultura y el budismo es la religión mayoritaria (el pequeño país alberga 2.002 edificios religiosos y en cambio un único cine que sólo exhibe películas butanesas). Tiene una población de 700.000 habitantes y está situado entre dos superpotencias mundiales, India y China. Timbu -describía un amplísimo reportaje publicado el 12 de diciembre de 2010 por El Magazine que se distribuye los domingos con Levante-EMV-debe de ser la única capital del mundo sin semáforos ni vallas publicitarias. Están prohibidos canales como la MTV o los de lucha libre y tanto los edificios como la vestimenta para ir a trabajar se regulan por ley.

En Bután -proseguía el reportaje firmado por Mercedes de la Rosa- todos tienen asegurada la educación (en inglés), sanidad y comida, la electricidad está subvencionada casi en su totalidad y la agricultura es 100% ecológica.

La población es un ejemplo de tranquilidad y paz. Todo son sonrisas y es prácticamente imposible escuchar una subida de tono o un insulto, narra De la Rosa.