El próximo domingo 29 de marzo se recupera el horario de verano y los relojes se adelantarán una hora, de manera que a las dos de la madrugada serán las tres (una hora menos en Canarias), algo habitual de no ser porque en esta ocasión el cambio viene acompañado de una alarma sanitaria y 15 días de confinamiento.

A los efectos que el adelanto de la hora puede tener en el ritmo de el sueño, la luminosidad, o el consumo energético se une en esta ocasión, de manera excepcional, la ansiedad que puede provocar en algunas personas el confinamiento en sus hogares con motivo de la pandemia de coronavirus.

Una situación anómala que, según ha explicado a Efe el doctor Manuel Oliva, hace que ahora más que nunca sea necesario mantener nuestros hábitos ordenados en cuanto al sueño, la alimentación o el ejercicio físico y tener nuestro pensamiento "ocupado en cosas mas importantes" que el cambio de la hora como, por ejemplo, ha dicho, "seguir las instrucciones que nos dan y colaborar para frenar el contagio del virus".

Según este psicólogo, el estrés que podría provocar el confinamiento "no tiene porque agravarse" con el adelanto de la hora, siempre y cuando mantengamos neutras costumbres, sigamos con nuestras rutinas y, sobre todo, nos quedemos en casa, aunque anochezca más tarde, porque solo así "lo podremos sobrellevar más o menos aceptablemente, sin caer en la desesperación".

Los más optimistas opinan que con el cambio al horario verano habrá 60 minutos menos de encierro en casa, tendremos una hora más de luz natural, y se ahorrará energía, aunque en último caso existen posturas discrepantes pues, según un informe de la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo, los ahorros son marginales y están fuertemente influenciados por factores externos como la geografía, la meteorología o el comportamiento de los usuarios.

Según ha informado hoy el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), el horario de verano se prolongará hasta la madrugada del domingo 25 de octubre, según se establece en la Directiva europea 2000/84/CE que sigue vigente, sin excepción, en todos los Estados miembro de la UE.

Esta modificación horaria está sujeta actualmente a estudio de los respectivos países que integran la UE después de que la Comisión Europea realizara en 2018 una consulta pública en la que más del 80% de los 4,6 millones de ciudadanos que participaron se mostraron a favor de acabar con estos cambios de hora.

Europa ha retrasado hasta el año 2021 la anulación definitiva de los cambios de horario, aunque los países podrán elegir antes si permanecen en el de verano o en el de invierno, una decisión que está pendiente de tomar en España, donde el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha constatado que el 65 por ciento de los ciudadanos prefieren el horario de verano al de invierno.

Según el Miteco, un informe del Parlamento Europeo sostiene que no existen datos contrastados que permitan aseverar que el cambio de hora lleve asociado menos gastos energético ya que las nuevas exigencias de eficiencia energética en iluminación, en los sistemas de climatización y en los propios edificios, junto con la progresiva introducción del autoconsumo, alteran significativamente los análisis que, originalmente, se utilizaban para calcular estos datos.

La adscripción al huso horario marca desde 1940 la hora oficial española, que está adelantada en 60 minutos a la "hora universal", ha indicado el Miteco, que añade que en la latitud de España las horas de luz son las mismas, alrededor de 10 en invierno y unas 14 en verano, pero no amanece o anochece a la misma hora en el este que en el oeste pues puede haber más de una hora de diferencia de un extremo al otro.