Los jóvenes sufren el doble de soledad no deseada que los mayores

La padecen el 40 % de las personas de 16 a 44 años y el 12 % a partir de los 65

Playa de la Malva-rosa, en soledad.

Playa de la Malva-rosa, en soledad. / FRANCISCO CALABUIG

«Las personas más jóvenes son las que más soledad no deseada sienten». La generación más "conectada" se siente sola. Así lo afirma un reciente estudio impulsado por SoledadES, un observatorio creado por la Fundación ONCE junto a otras entidades, que ha reflejado, por primera vez, una realidad escondida. Según los datos que se han hecho públicos este lunes, hasta el 40 % de los menores de 44 años reconocen sentirse en esta situación, si se suman los resultados de diferentes franjas de edad.

Más concretamente, el estudio «El coste de la soledad no deseada en España» marca que se sienten solos el 21,9 % de los encuestados entre los 16 y 26 años, siendo este grupo el de la cifra más alta; mientras que de los 25 a los 34 años es del 16,5 %; y entre las personas de 35 y 44 años, del 13,2 %.

A partir de ahí, la cifra sigue disminuyendo y la franja de 65-74 es la que menor soledad sufre (12 %), aunque sube ligeramente en las personas de 75 años y más vuelve, hasta situarse en el 12,2%. 

Más de 4.000 personas

El estudio ha sido realizado por expertos de las Universidades de A Coruña y Vigo, en colaboración con la plataforma online Nextdoor. Se basa en preguntas que durante 2021 respondieron 4.004 personas de toda España, mayores de 15 años. Sobre las causas, arroja algo de luz, pues apunta que en prácticamente ocho de cada 10 casos son factores externos.

La mitad de ellos están relacionados con la «falta de convivencia o apoyo familiar o social» (57,3%): la residencia lejana de sus familiares (11,9%); el dejar de convivir con las personas con las que se hacía habitualmente (10,5%); y la incomprensión de la gente que le rodea (8,2%). Asimismo, también aparecen los motivos laborales (11,1 %) o la dificultad para relacionarse con los demás (el 12,7% de casos), entre otros.

Pero, además de estos datos, el estudio -inédito hasta ahora en España, pero inspirado en existentes en Reino Unido, Estados Unidos, Países Bajos o Australia- tenía como objetivo estimar por primera vez los costes que genera anualmente la soledad no deseada, basándose en las «amplias implicaciones negativas en la salud física y mental y a la calidad de vida de las personas». 

Se estima que la soledad no deseada cuesta más de 14.141 millones de euros anuales, el 1,17% del PIB de España de 2021, siendo más de la mitad (8.000 millones de euros anuales, el 0,67 % del PIB) los asociados a la pérdida de productividad; y 5.600 millones (0,51% del PIB) los costes por frecuentar los servicios sanitarios. Cerca de 495,9 corresponderían al consumo de medicamentos. 

Además, los resultados presentados ayer en Madrid miden los costes intangibles, que muestran la reducción de calidad de vida que provoca este sufrimiento físico y emocional.

Por esto, se apunta que «cada año se pierden en nuestro país más de un millón de años de vida disfrutando de plena salud», el 2,79% de los años de vida de plena salud totales de los españoles mayores de 15 años. Por ejemplo, la ansiedad y la depresión crónica están presentes en casi el 40 % de casos, además de otros problemas como diabetes o enfermedades coronarias.

Un 20 % con discapacidad

Todo esto puede generar muertes prematuras o pérdida de calidad de vida, según los investigadores. Otros datos destacados son que casi un 20,8% de las personas en situación de soledad no deseada declaran tener algún tipo de discapacidad, principalmente de movilidad y de visión. Además, afecta más a las mujeres que a los hombres: 14,8 frente a 12,1 %. 

En la presentación de los datos participaron Miguel Carballeda, presidente del Grupo Social ONCE; Matilde Fernández, presidenta del Observatorio SoledadES; los investigadores Berta Rivera y Bruno Casal; Marta Álvarez, directora de Nextdoor en el sur de Europa; y Manuela Carmena, jueza y exalcaldesa de Madrid.

«Esto son números y detrás de ellos hay objetivos a seguir. Las instituciones públicas deben incorporar los compromisos, no podemos permitirnos debilitar la productividad y el capital humano», afirma Fernández.

Para Carballeda, los datos en jóvenes podrían tener «un paralelismo con el suicidio».