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Carmen Lence (Leche Río): “Si no cuidamos el campo en 10 años no habrá nadie que lo trabaje”

“El peligro de tener el precio más alto de Europa es que haya un exceso de leche”, apunta Carmen Lence, presidenta del Grupo Lence

Carmen Lence.

Carmen Lence.

Jorge Garnelo |

El papel de la mujer en el campo es más necesario que nunca y Carmen Lence lo sabe bien. Ella fue decisiva para Grupo Lence (Leche Río y Leyma) tras el fallecimiento de su padre en 2019, y lo fue no solo porque llegara para relevarle, sino porque fue capaz de tomar las riendas de una compañía que entonces vivía dos crisis. Por un lado la personal y más dura, la pérdida de Jesús Lence; y por el otro la corporativa, vinculada a la continuidad de la firma, una posible venta que auguraban rumores que jamás llegaron a cumplirse y la fuerte competencia que prevaleció en todo momento. No fue fácil convencer a sus ganaderos de que ese proyecto familiar que Lugo vio nacer en 1975 continuaría en sus manos, que había futuro, y seguramente lo que logró que saliera adelante fue que Carmen supo comunicar los mismos valores que antes había transmitido Jesús: coraje, persistencia, iniciativa. Son tres palabras sobre las que se cimienta la reputación de Grupo Lence; como dice Carmen Lence, presidenta de su consejo de administración, también la suya y viceversa. Pero para que el campo asegure su porvenir hacen falta más mujeres, como ella, y así lo remarca a Faro de Vigo, de Prensa Ibérica, en esta entrevista, tras su intervención en el “I Foro de Comunicación Estratégica-Dircom Galicia”.

En la mesa “El propósito corporativo: comunicación y liderazgo” recuerdas cómo en vuestro caso hizo falta recuperar la confianza para salir adelante como compañía y, gracias en parte a la comunicación, lo lograsteis. ¿Hay algún secreto para saber comunicar dentro del sector lácteo? –

Pues principalmente el ser auténtico, creer en lo que haces, y después tener conocimiento y ser consciente de las implicaciones que tiene lo que uno dice cuando está hablando sobre este sector, que es muy particular y tiene muchas sensibilidades. No se puede hablar a la ligera, sobre todo teniendo en cuenta que en estos momentos en Europa estamos en una situación, hacia lo que es el campo y todas estas nuevas regulaciones medioambientales, que por una parte está muy bien, pero por otra está estresando bastante al mundo rural. Y lo estamos viendo en Alemania, por ejemplo, con los agricultores y los ganaderos manifestándose. También en Francia. Hoy en día tenemos la sensibilidad a flor de piel.

Aquí pasa un poco lo contrario. España en general es un país deficitario en cuanto a la producción de leche, que en muchos casos llega de Francia aunque no se monte el revuelo que sí montan ellos allí. ¿Prevéis que las importaciones lácteas puedan crecer en 2024 ante el incremento de los cierres de explotaciones? –

Bueno, en nuestro caso tenemos una situación un poco particular, porque por una parte hoy en día España tiene el precio de leche cruda, de leche de campo, más caro de Europa. Lo que es la leche en brik se está viendo algo afectada, pero no tanto como productos industriales como la leche en polvo. Y aquí estamos teniendo también muchísima importación de queso. El peligro de tener un precio mucho más alto que el resto de Europa es que, si se mantiene durante mucho tiempo, de repente haya un exceso de leche y caigan los precios de golpe. Todos conocemos cómo funciona la ley de la oferta y la demanda, y esto sería dramático. En España solo ha aumentado la producción en Galicia y un poco en Cataluña. En el resto de CCAA está bajando a pesar de los precios.

¿Y cuáles son las perspectivas para este año? ¿Seguirá cayendo?

Pues realmente es difícil de saber, lo bueno y lo malo que tiene el sector lácteo es que cambia muy rápido. Los precios (de la leche gallega y española) se deberían alinear más con los precios de Europa para que no entren grandes cantidades de importaciones, pero sin que tampoco se desvanezcan los precios de Europa. Nosotros mismos hemos dejado de exportar una parte importante porque no somos competitivos. Es delicado el tema del precio, porque las ganaderías deberían estar teniendo un buen margen, pero no lo tienen. Aunque realmente están siendo rentables y están yendo bien, no se está viendo un aumento de la producción. Lo que quiero decir es que, aun siendo rentables, mucha gente no se quiere meter en esto. Y si no hay relevo generacional, es muy difícil montar una ganadería de cero que cuesta dos millones de euros o más. Es una inversión seria.

Una de las consecuencias de la caída de la producción es precisamente esa falta de relevo, una problemática que el campo comparte con otros sectores tradicionales como la construcción o la pesca. Algunos de ellos ya están apostando por incorporar a la mujer como solución, ¿qué retos os encontráis actualmente?


El reto del relevo generacional está presente, la edad media de los ganaderos ronda los 55 años y muchos de ellos no tienen a quien dejar sus explotaciones. Si no cuidamos el campo, el rural, si no fomentamos el relevo, dentro de 10 años no vamos a tener nadie que lo trabaje. Dos de cada tres personas que dejan el rural hoy en día son mujeres en edad fértil, y lo dejan principalmente por falta de oportunidades. Es un problema enorme. Si no hay mujeres jóvenes, no hay niños y si no hay niños, no hay futuro. Por ello debe ser importante fomentar la inclusión de la mujer en el campo, y no solo en trabajos de servicios. Hoy en día lo que están haciendo son trabajos de servicios, principalmente cuidando a gente mayor.

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