VIOLENCIA

La violencia sexual hacia las niñas y adolescentes en España se cuadruplica en los últimos 15 años

Los datos de un estudio de la Fundación ANAR revelan que ocho de cada 10 agresores son personas conocidas por la víctima

Uno de cada 10 casos corresponden a una agresión sexual en grupo

La gran mayoría de las víctimas conocen bien a sus agresores.

La gran mayoría de las víctimas conocen bien a sus agresores. / EFE

María G. San Narciso

La violencia sexual hacia niñas, niños y adolescentes en España no cesa. En solo cinco años han aumentado un 55% los casos; un 353% desde 2008. O, lo que es lo mismo, por cada caso atendido ese año, hay en la actualidad 4,5. Con todo, hasta siete de cada 10 víctimas no reciben tratamiento psicológico, pese a los problemas de salud mental que acarrean, como el miedo, la agresividad e ira o las conductas suicidas. No lo hacen porque, pese a que este problema "es una realidad en España", continúa siendo tabú, sobre todo por la falta de educación afectiva y sexual, la eterna asignatura pendiente en el país.

La mayoría de los casos de violencia sexual tienen lugar en el entorno familiar de la víctima, pero este no suele saber cómo actuar, tal y como se extrae del último Estudio Agresión Sexual en Niñas y Adolescentes según su testimonio. Evolución en España (2019-2023), elaborado por la Fundación de Ayuda a Niños/as y Adolescentes en Riesgo, ANAR, en base a testimonios de las y los 4522 menores de edad atendidos en sus Líneas de Ayuda durante los últimos cinco años. Todos ellos suponen un incremento del 55,1% de los casos en este periodo de tiempo y del 353% en los últimos 15 años, en muchos de los cuales la tecnología está implicada.

Se trata de un "fenómeno oculto y escondido en el que predomina el miedo y la vergüenza", como ha señalado durante la presentación Benjamín Ballesteros, director técnico de la Fundación ANAR. Pero no deja de ser un problema social que va en aumento en el país y que deja "graves consecuencias en la víctima". Por ello, representantes de la Fundación han pedido terminar con algunos de los mitos que rodean a esta lacra, como que el agresor es una persona extraña. Las falsas creencias, han indicado, dificultan que se identifiquen los casos y que la violencia se perpetúe en el tiempo, lo que hace que, a día de hoy, el 46% de estos episodios duren más de un año.

Perfil las víctimas

El informe recoge cinco tipos de agresiones sexuales: las presenciales (91,5%), grooming (3,1%), sexting no consentido (2,2%), pornografía (1,3%) y explotación sexual y/o prostitución (1,9%). El perfil de las víctimas es marcadamente femenino: ellas son, en el 78,7% de los casos, quienes sufren este tipo de violencia. ANAR señala que el índice de feminidad, con un 401,5%, subraya la especial vulnerabilidad de este género frente a las agresiones sexuales.

La media de edad se sitúa en los 12,5 años, alrededor de un año más que en el estudio anterior. No obstante, Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda de ANAR, ha recalcado que en el caso de los niños varones es especialmente reseñable cómo la mayoría de los casos se sitúa entre los cero y los nueve años. Además, la mitad de las víctimas reciben tocamientos en zonas del cuerpo que "no dejan huella física, pero sí a nivel emocional".

Entre los problemas asociados en niñas de cero a nueve años están el miedo, la agresvidad y la ira, y los trastornos del sueño, una sintomatología que disminuye a medida que va aumentando la edad de la víctima. Cuando llegan a la preadolesencia y adolescencia se enfrentan a otros problemas, como las conductas suicidas, las autolesiones, la baja autoestima, los trastornos alimentarios o la depresión. También pueden sufrir aislamiento o soledad.

En cuanto al entorno de las víctimas, el 40,7% vive con ambos progenitores y un 36,1% en familias monoparentales, especialmente con las madres. Asimismo, casi seis de cada 10 proceden de familias españolas y el 41,3% de familias migrantes, un porcentaje relevante si se tiene en cuenta que la proporción de menores de edad extranjeros en España a nivel estadístico supone el 12,8% de la población infantil total. La discapacidad es otro factor de vulnerabilidad: un 2,5% de las víctimas tiene alguna.

El agresor, varón y mayor de edad

"Son fenómenos multifactoriales pero del análisis de nuestros equipos, tanto de los profesionales que atienden la línea como en el centro de estudios, podemos argumentar que el ámbito tecnológico es un nuevo escenario de inspiración de los propios adolescentes cuando hablamos de violencia entre iguales y, desde luego, un nuevo escenario muy fácil para ejercer otras formas de violencia por parte de los agresores adultos", ha señalado Diana Díaz.

En cuanto a la relación con la víctima, y pese a que "existe escasa percepción de riesgo en el entorno", "es especialmente preocupante que casi ocho de cada 10 agresores (79,5%) son personas conocidas por la víctima y, de estos, el 50,3% son miembros de su propia familia". Dato que aumenta hasta el 85,9% en el caso de las víctimas más pequeñas (0-9 años). Además, es el padre biológico o la pareja de la madre en el 27,9% de los casos.

Todo ello hace que, como muestra el informe presentado este martes, casi tres de cada cuatro situaciones de violencia sexual se produce en lugares del enotrno familiar y escolar de la víctima; el 44% en su propia casa.

Asimismo, cada vez hay más agresores actúan en grupo o en manada, pasando de constituir el 2,1% en 2008 a representar el 10,9% de las agresiones en 2023. "Y el índice de reincidencia, en contra de lo que podamos pensar, es muy alto: llega al diez por ciento", aseguran los expertos.

Leer las señales

A pesar de todo, seis de cada 10 progenitores no saben cómo actuar o no lo hacen correctamente, ya sea por negligencia o falta de reacción, miedo a la revictimización, negación, culpabilización o, incluso, justificación del agresor. Por todo ello, la directora de las Líneas de Ayuda ANAR ha pedido "ser sensibles ante el sufrimiento que este acontecimiento entraña para la víctima y actuar inmediatamente tratando de reducir el impacto que puede tener en su vida". 

Señales como los comportamientos sexuales inadecuados para su edad, las dificultades para el sueño o el bajo rendimiento -siete de cada 10 lo presentan- pueden hacer sospechar tanto a la familia como a los profesionales para frenar la agresión cuanto antes.