Nada parece resistirse al afán robador —o a la necesidad— de quienes arrasan con bienes en la calle para malvenderlos luego en centros de reciclaje. La policía ha detectado un nuevo sistema de robo masivo en la calle, el último en el escalafón de lo reciclable, que consiste en hurtar folletos publicitarios antes de su distribución para venderlo luego al peso. Y se paga a 16 céntimos el kilo.

Los primeros detenidos en Valencia por este delito son seis miembros de un clan familiar residente en Natzaret y de nacionalidad rumana que fueron sorprendidos en plena faena. Agentes de la comisaría del Marítim sospecharon al ver a un hombre rondar una furgoneta aparcada en un descampado de la calle Fuencaliente, en el distrito de Camins al Grau. Entonces observaron que venían chicos jóvenes en bicicleta, arrastrando un carro cada uno de ellos, lleno de papeles que metían en el vehículo.

Los agentes les pidieron que se identificaran y le dijeron al dueño del furgón que abriese las puertas traseras. Así se encontraron con que estaba completamente cargada de papel, parte de él evidentemente sustraído de contenedores de reciclado, pero otra parte compuesta por cientos de folletos publicitarios de dos almacenes de bricolaje, muchos de ellos aún empaquetados.

Los sospechosos trataron de convencer a los agentes de que los habían recogido de la basura, pero los policías no les creyeron, entre otras cosas porque la publicidad era para ofertas que entraban en vigor días después, por lo que difícilmente las habían tirado los consumidores finales. El grupo de policía judicial de Marítim abrió una investigación y constató, tras contactar con las empresas distribuidoras, que se trataba de folletos que ese día habían sido distribuidos por las calles próximas al descampado.

Al parecer, los presuntos ladrones se llevaban tanto los paquetes que la empresa deja en sitios estratégicos para que los repartidores los recojan y los distribuyan, o bien de los buzones. Tras llenar el cajón de la bicicleta, regresaban a la furgoneta, descargaban y vuelta a empezar.

La policía ha puesto el acento en que no sólo se trata del valor objetivo de los más de 2.000 folletos recuperados, estimado en unos 700 euros, sino en el grave perjuicio económico que se causa a la empresa que se publicita y que pierde a muchos de los potenciales clientes, a los distribuidores y repartidores, a quienes el primero no paga cuando comprueba que su folleto no ha llegado al cliente final, y éste último, que no puede beneficiarse de las ofertas que le permitirían adelgazar su cuenta de gastos.