Miguel Ricart acabó subiéndose en el coche al que le invitaron a compartir dos periodistas televisivas. Ambas habían estado esperándole durante toda la semana en la puerta de la prisión de Herrera de la Mancha. El objetivo era abordarle y lo lograron pese al dispositivo policial desplegado para vigilar al recién excarcelado.

Ese control establecido por las fuerzas de seguridad tiene por objetivo controlar sus pasos, saber a dónde se dirige para evitar un improbable acercamiento a las familias de las víctimas. En su salida de la prisión, Ricart aseguró que no pretendía volver a su localidad, Catarroja, ni si quiera a Valencia. ¿Va sin rumbo Ricart? El viernes comentó que sí que había gente que le esperaba, pero no concretó de quien hablaba para no involucrar a nadie.

Nada más salir de prisión se subió a un tren Alvia. En su huida sin rumbo acabó en un convoy con destino a Jaén. A bordo confesó a un reportero de Levante-EMV que estaba agobiado por el acoso de los periodistas y le pidió que le ayudase para despistar a las cámaras de televisión

Acabó bajando en la estación Linares-Baeza después de que el periodista le advirtiese que en Jaén le esperarían muchos más medios. Se apeó y acabó caminando de manera errática por las calles nuevamente perseguido por los medios de comunicación. La intervención de la policía hizo que durante poco tiempo pudiera respirar. Fue trasladado esa noche a Madrid, donde durmió en un hotel de la Gran Vía. Por la mañana fue recogido por dos reporteras que le llevaron hasta Perales de Tajuña. Tras la comida decidieron regresar a la capital de España. Al parecer Miguel Ricart continúa en la ciudad. Queda por ver si para acceder a ser entrevistado por esas periodistas o para iniciar los primero pasos de su vida en la gran ciudad.