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Agresión

La mujer que contrató la venganza con ácido ofreció mil euros por el ataque

Los detenidos buscaron a la víctima por los bares de la plaza del Cedro con una simple foto en el móvil

La mujer que contrató la venganza con ácido ofreció mil euros por el ataque

La mujer que supuestamente contrató el ataque con ácido a un hombre que según dijo la había agredido sexualmente tras retenerla en un piso ofreció pagar mil euros al presunto autor material, Julio Alberto B., que desde el viernes permanece en prisión por este asunto. Así se desprende de las declaraciones ante la juez de Instrucción número 12 de Valencia, que coordina desde el principio la investigación llevada a cabo por el grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Valencia.

Según los acusados, la mujer estaba muy molesta porque había denunciado la violación, pero la respuesta de la Justicia no fue la deseada, de modo que habría planeado vengar por sus medios la agresión sufrida. Al parecer, habría comentado con su profesor de gimnasio, Julio Alberto B., su intención de buscar «a unos rumanos», aunque finalmente lo descartó porque le dijeron que corría el riesgo de que después «la extorsionaran».

Llegados a ese punto, según las declaraciones de los otros dos acusados, Julio Alberto habría aceptado presuntamente el encargo y se habría puesto en contacto con los otros dos imputados, Alberto José D. P. y José Ramón N. M. Al primero se le pagarían 250 euros y al segundo, «la gasolina y una cena», según su propia confesión, a cambio de poner el coche para ir a cometer el ataque.

Una equivocación tras otra

La paciente investigación llevada a cabo por los agentes de Homicidios para cerrar el círculo de los que supuestamente cometieron el brutal ataque ha servido, además, para revelar la retahíla de errores cometidos por los presuntos implicados y que culminaron cuando arrojaron el vaso de ácido a la cara de un investigador de nanopartículas que ha perdido prácticamente la visión por su culpa, además de sufrir gravísimas lesiones en la cara.

Para empezar, únicamente disponían de una fotografía que llevaban en el móvil y que supuestamente les habría facilitado la presunta inductora, obtenida del perfil de Facebook de su supuesto agresor sexual.

La mujer les indicó que podían encontrar a su objetivo en un bar determinado de la calle Campoamor porque esa noche iba a acudir al concierto de un grupo en el que tocaba un allegado suyo. Primer error. Los ahora detenidos se equivocaron de día. El grupo tocaba en el bar al que los habían enviado, pero un día después, el sábado 19, a las 20.30, según recoge aún el calendario de eventos del local en su página de Facebook.

Cuando preguntaron en el establecimiento y descubrieron la equivocación, lejos de posponer sus planes, decidieron que tal vez la víctima era un cliente asiduo de los bares de esa zona, de modo que, «armados» con la foto que llevaban en el móvil, iniciaron un periplo por los locales de la plaza del Cedro en busca de un hombre de unos 30 años, con barba y complexión fuerte.

De este modo, acabaron encontrando a Juan Pablo, un doctor en Física completamente ajeno a la trama, que tomaba una consumición tranquilamente junto con dos amigos en una terraza de otro bar próximo al del concierto. Para «cerciorarse» de que era la persona que buscaban, José Ramón y Alberto -que han sido reconocidos sin ningún género de dudas por los testigos- llegaron incluso a entablar una breve conversación con él. Así, se acercaron y le preguntaron qué local estaba bien para tomar una copa, a lo que la víctima respondió que cualquiera de la zona era recomendable. Tras ese encuentro, y como ya llevaban el vaso con el líquido corrosivo que habían preparado con antelación, decidieron culminar el ataque contra el que aún creían el supuesto violador a quien la mujer que los contrató pretendía escarmentar.

Eran las 22.45 horas del viernes 18 de julio, y llevaban más de dos horas dando vueltas por la zona. José Ramón llevó el coche hasta las inmediaciones y esperó, con Alberto sentado en el asiento posterior, según coinciden ambos, a que Julio Alberto se calara una gorra negra y fuese a la terraza a tirar el ácido al objetivo erróneamente elegido. Luego, el presunto autor material, el único que ha ingresado en prisión, escapó a la carrera, entró en el asiento del copiloto y el coche se perdió hacia Manuel Candela. Sin embargo, un amigo de la víctima logró perseguirlo hasta ver y retener la matrícula, lo que permitió a los agentes de Homicidios empezar a tirar del hilo hasta deshacer por completo el enmarañado ovillo sólo cuatro meses después de los hechos.

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