La violencia contra la mujer no entiende de edad, color de piel, profesión, estado civil o estrato social. Sin embargo, hay una serie de variables que influyen en el riesgo de padecer maltrato, según el profesor de la Universitat de València (UV) Enrique Gracia. El catedrático de Psicología Social es el autor del primer mapa europeo de violencia machista distribuida por vecindarios, realizado a partir del cotejo de datos y estadísticas de la ciudad de Valencia y las órdenes judiciales de protección de las víctimas.

En concreto, se han analizado factores como el nivel educativo, el deterioro físico del barrio, la tasa de inmigración, la criminalidad, el número de madres solteras o el nivel económico de cada una de las 552 secciones censales de la ciudad, o lo que es lo mismo, de sus vecindarios -unidades más pequeñas que los barrios-. «Mediante esas variables se demuestra que, efectivamente, la violencia contra la mujer existe en todas partes, pero el riesgo no se distribuye al azar. Hay entornos donde los factores socioeconómicos crean un caldo de cultivo que no existe en otros zonas de la ciudad», explicó a Levante-EMV Gracia.

La investigación, que ha contado con la colaboración de Antonio López-Quílez, profesor de la Facultad de Matemáticas y experto en estadística espacial, geocodifica las 1.623 órdenes judiciales de protección y las compara con el análisis socioeconómico del punto exacto donde se han emitido. Para ello, los autores han contado con la ayuda del grupo Gama de la Policía Local de Valencia, así como de la Oficina Estadística del ayuntamiento. El estudio recoge el período de 2011 a 2013 y detalla al máximo el riesgo existente.

Barrios como La Roqueta, El pilar, Benicalap, Orriols, Fuensanta, el Cabanyal, Natzaret o la Malva-rosa concentran el mayor número de sectores censales señalados en rojo por este estudio.

Mapas de enfermedad

Los resultados del análisis permiten, más allá de localizar el riesgo, mejorar las estrategias de prevención y detección de posibles casos de violencia contra la mujer. «El mensaje de que puede ocurrir en cualquier contexto y a cualquier mujer es cierto, pero a veces, generalizar es un problema, ya que se deja de atender a las zonas verdaderamente de riesgo», indica el profesor de la Universitat.

En este sentido, el investigador defiende la utilidad del mapa, similar al que se realiza para estudiar enfermedades como el cáncer. «A la hora de confeccionar planes de prevención de la violencia machista y de la victimización de quienes la padecen es muy importante tener en cuenta estos factores. No está en nuestras manos, pero la administración puede ajustar sus estrategias, evaluarlas y compararlas», añade.