Eran las 14.17 del viernes de la pasada semana cuando Javier J., del servicio telefónico del 091 de la Policía Nacional, recibía una llamada: «Quiero hablar con la policía, me dirijo hacia un puente desde el que pienso tirarme, no voy a avisar a mi mujer, quiero que lo hagáis vosotros y por eso os llamo».

Javier J., con tan solo dos meses de experiencia, comenzó entonces un extenso diálogo con el presunto suicida. «Un momento, porque para que yo avise a tu pareja, tú tienes que darme su número de teléfono y decirme cómo se llama, si no no me voy a poder poner en contacto con ella», le avisó el policía. Poco a poco, con «mucha calma», fue consiguiendo más y más datos.

«Me comentó que se encontraba en un puente entre Valencia y Requena, pensé rápido y le pregunté si se encontraba en el viaducto de Buñol y, efectivamente, allí estaba», narró el agente. Insistió en que Javier no informara de lo que estaba ocurriendo a nadie más porque sino «se tiraría». Es más, le pidió que «fuera a recoger su coche porque se lo regalaba».

Pese a ello, el policía nacional escribió varias palabras en una nota a su compañero del 091 para que este avisara a la Guardia Civil y acudiese al punto en el que se ubicaba el hombre. Momentos más tarde, volvió a escribir en otra nota el nombre y el número de la mujer del presunto suicida para que se pusiera en contacto con ella.

Llevaba doce horas fuera de casa

«Su mujer nos dijo que solía tener problemas psicológicos. En esta última ocasión había cogido el coche y se había marchado a las 3 de la mañana y no sabía nada más; es decir, llevaba fuera de su casa unas 12 horas. Además, la mujer nos contó que tampoco había acudido a trabajar. Estaba muy nerviosa y no paraba de llorar». Su compañero le comentó varios datos más que Javier pudo utilizar mientras intentaba alargar la conversación.

El hombre le dijo que su intención no era otra que la de lanzarse al vacío porque «se había ido de casa hacía mucho por lo que su mujer estaría enfadada y encima lo iban a despedir». Sin embargo, el agente le explicó que habían hablado con su pareja y que ella no iba a tener en cuenta lo que había hecho. «Tu familia tiene mucho más que perder sin ti que contigo», le repetía Javier.

El agente trató de empatizar más con la persona con la que estaba hablando. «Le pregunté si tenía hijos y me contestó que sí. Entonces le dije que era muy afortunado». Él se sorprendió: «¿de verdad lo crees?», manifestó. «Por supuesto. Por eso debes pensar en ellos, si te lanzas, crecerán sin padre y eso no se lo merecen», insistió el policía. Asimismo, este agente del servicio 091 aprovechó sus conocimientos sobre Buñol y comenzó a preguntarle si había estado en el castillo, en las cuevas y si se había ido de excursión por la zona. Así mientras contestaba, el agente evitaba que le diera más vueltas a lo que estaba haciendo. Sin embargo, el presunto suicida le pedía que no siguiese: «Javier, no me líes, gracias por intentarlo pero voy a tirarme».

La psicología y la calma fueron las principales aliadas del policía durante la conversación entre ambos. «Le hablaba como si fuese mi amigo, teníamos una edad parecida. Le pedí que no cogiese el camino más fácil y que afrontara los problemas», contó.

Según las declaraciones del agente, «oía mucho viento» por lo que intentó por todos los medios que el hombre volviese a su vehículo. «Me comentó que había aparcado en el arcén y le indiqué que allí podía provocar un accidente por lo que le pedí que volviese a su coche». Finalmente, lo hizo y comenzó a conducir dirección a su casa, mientras me pedía que le jurara que «su mujer iba a perdonarle» y yo aseguré que lo haría.

Durante el trayecto, el agente continuaba preguntándole en qué punto exacto se encontraba mientras el hombre iba contestando a través del manos libres de su automóvil hasta que llegó a su domicilio. «Me has salvado la vida, te lo voy a agradecer siempre», le aseguró. Tras 25 minutos de conversación, la Policía Nacional se puso en contacto de nuevo con su pareja quien indicó que el hombre «estaba entrando por la puerta» por lo que la llamada finalizó.

«Pensé que se había tirado»

Javier explica que durante cada segundo de la conversación temió que el hombre decidiese colgar. «Hubo un momento en el que me dijo ´me tiro, me tiro´ y solo se escuchaba el aire. Pensé entonces que lo había hecho. Yo le decía, ¿ estás ahí? Y nadie respondía, había un silencio sepulcral por lo que todo apuntaba a que se había lanzado al vacío». Sin embargo, el agente lo escuchó a lo lejos y le pidió que cogiese el teléfono y se subiese al coche.

Javier atiende todo tipo de llamadas a lo largo del día, pero, sin duda, esta fue «especialmente dura». «Los primeros diez minutos no sabes dónde está, no sabes qué le pasa, no sabes qué va a hacer, así que tienes que respirar hondo e intentar calmar a esa persona», aseveró.

La empatía fue la clave de una actuación «a ciegas» que logró salvar la vida de una persona. «Terminé la llamada y fue como si hubiese perdido cinco kilos, tenía una sensación de calma y de alegría increíble. Sentía que había cumplido con mi trabajo», contó emocionado Javier.