Una cuchillada mortal a la altura del corazón. Así acabó con la vida de su primo, de 35 años, el autor confeso del crimen cometido en octubre de 2013 en Algemesí. El acusado de un delito de homicidio aceptó el miércoles una pena de diez años de cárcel tras reconocer los hechos ante un jurado popular. Entre lágrimas, José Ricardo Hernández, de 30 años, mostró su arrepentimiento y aseguró que en ningún momento tuvo intención de matar a su familiar y que se trató de una pelea en la que ambos se agredieron mutuamente con armas blancas.

De hecho, la defensa del acusado, ejercida por los abogados Nicolás Hellín y Pablo Gonzálvez, esgrimía como argumento que su cliente actuó en defensa propia cuando su primo le atacó con una navaja. Sin embargo, finalmente llegaron a un acuerdo con el Ministerio Fiscal para que rebajara la petición inicial de pena de trece años de prisión a diez, al considerar el atenuante de confesión. A tenor de este reconocimiento de hechos el jurado declaró culpable por unanimidad al homicida.

El crimen se produjo en la tarde del 21 de octubre de 2013 cuando José Ricardo mantuvo una discusión con su primo hermano Francisco Peinado en la calle Manuel de Falla de la localidad de Algemesí. En el juicio celebrado el miércoles en la Audiencia Provincial de Valencia no se llegaron a aclarar los motivos de esta disputa, ya que el acusado se limitó a reconocer el relato de hechos del fiscal y a pedir perdón a los familiares del fallecido por causarle la muerte.

Según ha quedado probado, en un momento de la pelea, en la que ambos se golpearon, el procesado le dijo a su víctima: «Espérate aquí, que ahora vamos a jugar». Así, éste se marchó a su casa, situada en las inmediaciones, y regresó armado con un cuchillo de cocina de 19 centímetros de hoja.

«Ahora ven, que te voy a matar», le amenazó, según el escrito del fiscal. De igual modo, su primo también sacó una pequeña navaja que portaba encima y ambos se acometieron esquivando a su vez las cuchilladas y navajazos que trataba de asestarle su oponente.

El jurado consideró probado, por unanimidad, que el acusado «guiado con el propósito de causar la muerte de Francisco Peinado» le asestó una puñalada a la altura del corazón que le perforó el pulmón y le seccionó la arteria aorta, falleciendo su víctima casi de forma inmediata.