La muerte de tres jóvenes tras un pavoroso incendio originado en la tarde del pasado jueves en una planta baja de Utiel sigue siendo un misterio. Aunque todos los indicios apuntan a una muerte accidental por inhalación de humo, la rápida propagación del fuego y el hecho de que ninguno de ellos pudiera ponerse a salvo de las llamas tiene a la población en vilo. Según ha podido saber Levante-EMV, lo que sí ha confirmado el examen preliminar de las autopsias es que los dos chicos, de 26 y 35 años, estaban vivos cuando se originó el incendio, como así demuestran los restos de carboxihemoglobina hallados en los pulmones de ambos. La chica, de 28, murió esa misma madrugada en el hospital.

Esto descarta que alguien los matara y provocara después el fuego para deshacerse de los cuerpos. De hecho, los investigadores han descartado también cualquier implicación de una cuarta persona que estuviera en la casa y huyera del lugar, aunque no que uno de ellos provocara el fuego de forma intencionada.

No obstante, la causa exacta de la muerte y si hay algún tipo de origen homicida no ha podido establecerse todavía a la espera de conocer los resultados de las pruebas toxicológicas. Las mismas, enviadas a un laboratorio de Barcelona, determinarán si los jóvenes habían tomado algún tipo de sustancia psicotrópica. De igual modo, la Guardia Civil investiga mediante el uso de perros adiestrados en la detección de acelerantes, como ya adelantó este periódico, si la virulencia del fuego se debió al uso de gasolina, alcohol u otro tipo que implicaría una intencionalidad en el origen del mismo.

El incendio fue detectado a las seis de la tarde del pasado jueves por los vecinos, que llamaron enseguida al 112. Varias unidades de los parques de Requena y de Chiva se desplazaron a Utiel para extinguir el fuego. Nada más entrar en la casa, rescataron a Soraya García, una joven de Requena de 28 años, en estado muy grave. La chica fue evacuada en una ambulancia del SAMU hasta la Unidad de Quemados del Hospital La Fe, donde finalmente falleció. Las otras dos víctimas mortales fueron Alberto, conocido con el sobrenombre de 'El Rojo', de 26 años y natural de Caudete, y 'El Tato', de 35 y vecino de Utiel e hijo del dueño del hijo de la planta baja.