Una pareja formada por un hombre de 49 años y una mujer de 45, ambos españoles, acaba de perder la custodia de sus tres hijos, dos niñas de 14 y 11 años y un niño de 8, después de que la denuncia de la mayor de los hermanos destapase la situación de maltrato y abandono, especialmente por parte de la madre, que ningún servicio público había detectado pese a que la familia estaba en manos de servicios sociales.

Los hechos estaban ocurriendo en un piso del barrio de Torrefiel, en València, donde residía la familia y en cuyo registro la Policía Nacional encontró papelinas vacías con restos de cocaína, así como una situación de insalubridad y dejadez absolutas, con cucarachas, excrementos de perro, comida en mal estado y restos de alimentos en estado de putrefacción tanto dentro de la nevera como tirados por el suelo de la cocina.

El caso ha salido a la luz ahora gracias a la intervención del colegio al que asisten los tres menores, y en el que, hasta ahora, solo habían reparado en que el aspecto de los niños más pequeños era de falta de higiene y desatención.

El martes pasado, día 12, todo cambió. la mayor de los hermanos, de 14 años, confesó a una de sus profesoras que su madre le pegaba, que la amenazaba e insultaba constantemente, tanto a ella, como a sus dos hermanos menores, de 8 y 11 años actualmente.

La pequeña detalló que sus padres son consumidores de cocaína, que su madre no se ocupaba nunca de ellos y que se pasaba el día en el sofá, sin atender a ningún tipo de obligación, ni dentro, ni fuera de casa. Según su testimonio, que luego la policía y la jueza han logrado confirmar tomando declaración a testigos y a los dos acusados, el padre era el único que se ocupaba de llevarlos y traerlos del colegio y de prepararles algo de comer.

Al parecer, los únicos ingresos en el domicilio familiar proceden de una ayuda pública concedida por la Conselleria de Políticas Inclusivas e Igualdad y de lo que el hombre recogía en los contenedores y posteriormente vendía.

La situación se había vuelto completamente insostenible para los niños, lo que empujó a la mayor a contar en el centro escolar lo que sucedía en su casa. El día que lo hizo, incluso tenía una herida en la boca, aunque los padres han negado haberle puesto la mano encima.

Una vez que la pequeña relató en el colegio el horror que vivía en su casa, la responsable del centro la acompañó a una comisaría de la Policía Nacional para denunciar lo que estaba ocurriendo. Los agentes alertaron al grupo de menores (Grume), que se hizo cargo de inmediato de la investigación.

Ese mismo día, los policías acudieron al domicilio y detuvieron a los padres tras un registro voluntario en la casa, autorizado por los acusados y que sirvió para dejar al descubierto que el relato de la menor era completamente fiel a la realidad. Ambos fueron trasladados a los calabozos policiales, mientras los especialistas del Grume se ponían en contacto con la Fiscalía de Menores para dar cuenta de que los niños se quedaban desprotegidos y solos.

Los tres hermanos fueron ingresados en un centro de menores dependiente de la conselleria y la Generalitat Valenciana ya ha asumido la guarda y custodia provisional por desprotección.

Los detenidos, que fueron acusados por la Policía Nacional de un delito de malos tratos en el ámbito familiar y de otro contra la salud pública por el hallazgo de papelinas de cocaína vacías en el domicilio, pasaron este jueves a disposición de la juez de Instrucción número 13 de València, en funciones de guardia. La magistrada les tomó declaración y decretó libertad provisional, pero con la obligación de comparecer periódicamente en los juzgados.

Al parecer, la madre, principal encausada, ya que es la supuesta autora material de las amenazas, agresiones e insultos -la mayor de los niños ha insistido en exculpar al padre de las acciones de maltrato, pero su detención obedece a que no impidió los hechos ni salió en defensa de sus hijos, lo que lo convertiría en autor por omisión-, alegó ante la jueza que no podía ocuparse de la higiene del domicilio ni de sus hijos porque tiene una lesión en uno de sus brazos, según fuentes jurídicas.

Tanto el hombre como la mujer son consumidores habituales de cocaína y ahora la Policía trata de averiguar si es cierto que, en alguna ocasión, obligaron a los menores a vender papelinas en la calle.