«Una fijación celosa y posesiva con el fallecido de forma obsesiva e irracional». Así califican los investigadores del grupo de Homicidios de la Policía Nacional la actitud de la mujer que mató a su marido de una cuchillada en el corazón, en octubre de 2017, en el domicilio familiar de la calle Rubén Vela de València. La acusada, que sigue negando haber matado a su pareja y alega que éste se clavó el cuchillo de forma accidental al arrebatárselo a ella, fue grabada por la propia víctima, quien conectó el sistema de grabación de audio de su teléfono móvil durante la discusión y que captó el momento de su propia muerte, como adelantó en exclusiva hace meses Levante-EMV.

En la segunda sesión del juicio, ante un jurado popular, la entonces jefa del grupo de Homicidios que investigó el crimen relató la situación de «acoso extremo» que vivía Milko Remberto, de 40 años, por parte de su pareja y presunta homicida. Hasta 65 llamadas llegó a hacerle en un solo día, mientras su compañero sentimental se encontraba trabajando. Asimismo, del contenido de las conversaciones y de los mensajes de wasap se desprende el control permanente y obsesivo de la procesada con su pareja.

La propia acusada reconoció en su declaración que era «celosa con motivo», que le olía al llegara a casa para comprobar «si llevaba perfume de otra mujer» y que le «cogía el celular por si había estado con otra». Tal era el agobio que vivía la víctima que había decidido poner fin a la relación, como queda patente en el audio del crimen que fue reproducido durante el juicio -un extracto del cual puede escucharse en la web de Levante-EMV-.

En el mismo también se escucha como Flor María Ch., de 32 años, le insiste después de acuchillarlo y cuando ya su marido está agonizando que le entregue el móvil con el que la está grabando, a la vez que dice que «le ama».

La mujer reconoce que bajó a la calle, supuestamente a pedir ayuda, aunque los investigadores sospechan que aprovechó para deshacerse del arma homicida, que nunca fue localizada pese a buscar en contenedores y alcantarillas de la zona. En la casa se intervinieron dos cuchillos, uno en el fregadero, pero no se hallaron restos de sangre. Todo ello descarta la versión accidental que mantiene la acusada, quien se autoinculpó en un primer momento a uno de los policías. «Me iba a dejar y le he herido», dijo.