Isaac Guillén era un hombre alto y fuerte, pero la enfermedad degenerativa que sufría le había mermado el peso de manera considerable. Aún así, una de las primeras cuestiones que se plantearon los agentes del grupo de Homicidios, habiendo centrado ya sus sospechas sobre Beatriu F. C., es quién la ayudó a trasladar el cadáver y a dehacerse de él.

De momento, no hay más detenidos en esta causa, pero el cerco se estrecha en el entorno más próximo a la acusada, que no ha querido implicar a nadie. Antes, la pregunta era pertinente, pero ahora, descubierto el lugar de enterramiento, mucho más. Es un lugar aislado, pero habitado, por lo que, aun llevándolo de madrugada, su presencia allí era difícil que pasase desapercibida. Y cavar la fosa debió llevar tiempo.

De hecho, Beatriu tardó cinco días en denunciar. La Policía sospecha que ese es el tiempode Isaac a ese punto con garantías de no ser descubierta y de poder enterrarlo lo más rápido posible para evitar riesgos.

En ese tiempo, lo más probable es que mantuviese el cadáver en su domicilio, que compartían con su hijo, menor de edad, por lo que tampoco debió ser fácil ocultarlo.

Nunca hubo una fiesta

Otro de los puntos importantes de la investigación es dilucidar si todo fue un montaje para deshacerse de su marido y seguir cobrando la pensión que cobraba como jubilado de gran invalidez, es decir, si se trata de un asesinato puro y duro con móvil económico -la víctima era un gran dependiente que requería ayuda para todo-, o si realmente Isaac pactó su muerte a manos de su mujer.

De momento, lo que los agentes han establecido es que Beatriu ha mentido en numerosos aspectos, desde los mensajes de teléfono posteriores a la desaparición de Isaac que ella atribuía a su marido, a la fiesta de cumpleaños en un bar de Xirivella a la que dijo haberle llevado el 1 de diciembre por la tarde cuando le vio por última vez y que jamás existió.