Cuatro especialistas del Instituto de Ciencias Forenses de Barcelona han concluido que Jorge Ignacio P. J. no consumió drogas de abuso entre, al menos, los meses de agosto de 2019 y mayo de 2020, de manera que la conclusión es que no actuó bajo la influencia de la cocaína, como ha esgrimido el presunto homicida en serie, ni con Marta Calvo ni con varias de las chicas supervivientes con las que mantuvo contactos sexuales entre el verano del año pasado y su detención, el pasado 4 de diciembre.

El informe, firmado por dos facultativos de la delegación en Cataluña del Instituto Nacional de Toxicología, por el jefe del Servicio de Químicos y Drogas y por el director del departamento, explica los análisis a los que han sometido, a petición de la jueza de Alzira que instruía la causa tras requerirlo la defensa del investigado, dos muestras de cabello de Jorge Ignacio P. J. de 10 centímetros de longitud que le fueron tomadas el 21 de mayo, cuando llevaba ya seis meses y medio en la cárcel.

A petición de la defensa

El resultado de los análisis es definitivo: «En la muestra de cabello analizada no se detecta ninguna de las sustancias de interés toxicológico investigadas». Esto es, no han hallado ni rastro de cannabis, cocaína, ketamina, opiáceos, metadona, drogas de síntesis o psicofármacos.

El abogado de Jorge Ignacio P. J. había solicitado a la jueza de Alzira esta prueba para documentar, según él, que su cliente es consumidor crónico de drogas de abuso, principalmente cocaína y cannabis. Sin embargo, Toxicología ha dejado claro que no es así, por lo que no podría acogerse a ese hecho como circunstancia atenuante en sus acciones.

Los expertos recuerdan en su informe, concluido en julio pasado, que el cabello humano crece a una media de un centímetro por mes, por lo que, teniendo muestras de 10 centímetros como tenían, la 'lectura' químico de los mismos habría permitido hallar rastros de cualquiera de esas sustancias tóxicas consumidas en los 10 meses anteriores a la toma de la muestra, esto es, desde el 21 de agosto de 2019.

El estudio viene a refrendar lo que, por separado, han declarado las ocho supervivientes: que en los encuentros sexuales que él solicitaba, que siempre pretendía convertir en lo que en el argot se conoce como 'fiesta blanca' (mantener sexo consumiendo cocaína), Jorge Ignacio les inducía machaconamente (y a veces con maneras violentas) a consumir esa droga, pero que él ni bebía alcohol, ni tomaba cocaína.

De hecho, a las mujeres que no se sometían voluntariamente al consumo de cocaína, acababa ofreciéndoles bebidas que las dejaban en estado letárgico o inconsciente que les borraba los recuerdos y, al despertar, todas han referido en sus declaraciones que el ahora encarcelado les había introducido cocaína en piedras en los genitales.