Coromoto Souto tiene 33 años y es guardia civil desde hace solo dos. La primera de su familia, además. Al puesto de Tavernes Blanques, su primer destino como tal, ya que el año anterior lo pasó en prácticas, llegó hace tan solo tres meses. Con ese corto currículum, esta gallega ya se ha convertido en heroína y protagonista involuntaria de la actualidad al participar en la noche del pasado martes en el rescate de los 81 internos de la residencia de mayores de Moncada en cuyo incendio fallecieron seis personas. 

Hace gala de una humildad que describe su carácter cuando insiste en que ella solo es "una más" de los más de 30 guardias civiles, policías locales, voluntarios de Protección Civil y bomberos que ayudaron a evacuar a los residentes y salvaron vidas. Asegura que "ninguno pensamos en nuestra seguridad, no hubo dudas, todos teníamos el mismo objetivo, empezar a sacarlos de las habitaciones porque el incendio iba cada vez a más". Terminaron exhaustos, pero "orgullosos" porque sabe que salvaron a muchos, y solo lamenta "no haber podido salvarlos a todos".

"El humo no te dejaba ver ni respirar"

Recuerda que "el humo salía por todas partes, que no te dejaba ver ni respirar, pero eso no nos frenó a la hora de subir una y otra vez" hasta vaciar por completo las habitaciones de los dos pisos que tiene esa residencia. El inmueble consta de tres plantas. La baja alberga las oficinas y las áreas comunes, y las 56 habitaciones se distribuyen en las dos alas de las plantas primera y segunda, 14 en cada uno de los cuatro sectores. El fuego comenzó en la última habitación del primer piso del ala izquierda. Eso también minimizó la tragedia, porque los equipos de rescate pudieron entrar hasta el final para sacar a los residentes de esa ala, cuyas 14 habitaciones quedaron totalmente inhabilitadas, a pesar de la cercanía del fuego.

La agente Souto estaba esa noche de servicio con un compañero en su área, en Tavernes. "Escuchamos por la emisora que los compañeros pedían refuerzos y que fuesen todas las patrullas disponibles, porque había un incendio en una residencia de la tercera edad de Moncada y estaba fuera de control". Llegaron enseguida. "Había ya varias patrullas de la Guardia Civil y dos o tres de Policía Local. El humo salía ya hacia la carretera, aunque no se veía aún el fuego. Aún no habían llegado ni bomberos ni Protección Civil, y aquello, obviamente, no iba a menos.  No había mandos aún, así que fuimos los guardias los que decidimos entrar para empezar a evacuar a los abuelitos. Y entramos".

La agente Souto es una de las heroínas que ayudó a salvar vidas en la residencia de mayores de Moncada. GERMAN CABALLERO

La visibilidad era casi nula. "Era de noche, el humo lo inundaba todo y encima se fue la corriente eléctrica en el ala donde estaba el incendio. Los abuelitos fueron los más valientes, porque se pusieron en nuestras manos, haciéndonos caso todo el tiempo y colaborando en todo". Iban "habitación por habitación", tranquilizándolos.  "La mayoría tenía la movilidad reducida o directamente carecían de movilidad. En esas condiciones, dormidos, de pronto se vieron que entraba un tropel de gente de uniforme, te da la luz o te ilumina con linternas y te dicen que hay que salir fuera. Decidimos no decirles que había un incendio para no asustarlos. Les preguntábamos cómo se llamaban y a partir de ahí les decíamos 'no se preocupe, le vamos a ayudar, somos la Guardia Civil y vamos a salir a dar un paseo, ¿vale? No se preocupe que va a estar bien'. Y ellos confiaban y se venían con nosotros".

La agente Souto insiste en que "seguían las instrucciones y confiaban plenamente en nosotros. Según las características y circunstancias de cada uno de ellos, a los que podían andar, los acompañábamos, despacito, hasta el recibidor de la residencia, que es adonde los condujimos a todos. A otros, en camas o camillas, a otros en sillas de ruedas o incluso en sillas de madera, lo que encontrábamos. Y a muchos los tuvimos que sacar directamente en brazos, porque no podían ser trasladados de otra manera.

"Sacábamos a uno y subíamos a por otro"

Cuando el incendio se hizo cada vez más intenso, "empezamos a sacarlos mucho más rápido, sin parar, y a otro, y a otro, y a otro... Así, todos los que había en el centro. No parábamos. Llegábamos abajo y volvíamos a subir a la carrera. Eran los mandos quienes nos hacían hacer relevos diciéndonos, “no, tú no que estás agotado, descansa unos minutos y luego vuelves a subir”, y tú decías “que no, que aguanto”, y te obligaban a parar porque en realidad necesitabas recuperarte para poder seguir", rememora.

Pese al dramatismo de la situación y al enorme esfuerzo físico, "en mi cabeza creía que habían sido 20 minutos; luego supimos que la evacuación completa duró casi dos horas, nos dijeron". Describe el sufrimiento: "El humo lo inundaba todo. Era casi como nadar entre humo. Las dos plantas estaban igual. Te picaban los ojos, la garganta, no podías respirar... Intentabas bajarte la mascarilla para coger aire, y aún era peor. Pero volvías a subir a la carrera para seguir sacándolos".

¿Y si alguien se quedaba atrás? "Establecimos una estrategia: conforme íbamos liberando las habitaciones, dejábamos la puerta abierta para que el siguiente supiese que ya estaba revisada. Así sacaron a 79 de los 81 residentes. A todos menos a los dos que fallecieron en la habitación donde comenzó el fuego.

A todos los llevaron al vestíbulo del edificio, en la planta baja, junto a la entrada. "Los medios sanitarios hicieron una zona de cribado donde hacían una primera valoración y, según estuvieran, los derivaban al hospital, los atendían los medios sanitarios en el lugar con oxígeno o con un pulsímetro, en observación, o los enviaban para ser realojados en las habitaciones que no se vieron afectadas por el incendio. A todos los sacábamos con una mantita o con un edredón, para que no cogieran frío, pero en ningún momento salieron a la calle", describe.

En total, calcula que en el dispositivo policial de evacuación participaron "entre 30 y 40 personas, no lo sé seguro. Éramos muchísimos. Estuvo perfectamente organizado y coordinado. Algunos estaban en primera línea, otros dando asistencia a los abuelitos, otros bajándolos... Todo iba rodado. Todos pusimos de nuestra parte, la Guardia Civil, la Policía Local e incluso la Policía Nacional, que también pasó por allí, peor también los voluntarios de Protección Civil y los bomberos. Todos a una, pensando y actuando de la misma manera. Es como si todos supiéramos lo que teníamos que hacer sin nadie nos lo hubiera dicho. Es algo innato. Estoy muy orgullosa de cómo nos coordinamos y actuamos, y solo me queda la pena de no haber podido salvarlos a todos", lamenta.

«No podrán volver a la habitación en semanas»


Gonzalo Sánchez

El servicio técnico de infraestructuras de la Generalitat visitó ayer la habitación calcinada de la residencia de Moncada para comprobar el estado del lugar y los daños ocasionados a la estructura, además de tomar fotos de los desperfectos. A la salida, comentaron que el fuego se produjo en una habitación, que acumula los mayores daños, pero también afectó con menor intensidad dos habitaciones contiguas del mismo pasillo.


Aunque no pudieron hacer una valoración exacta, estimaron que tendrán que pasar semanas hasta que los residentes puedan volver a esas habitaciones. También se personó la compañía de seguros para evaluar la situación y los daños.


Además del servicio técnico, el jueves por la mañana se pudieron ver las primeras visitas presenciales de familiares dentro del propio centro, después de más de un día restringidas para no alterar más el estado emocional de las personas de la residencia.