En pleno revuelo tras volcar el castillo hinchable de Mislata, con el pánico instaurado entre los padres sin saber el estado y gravedad de los niños que salieron despedidos de la atracción, uno de los feriantes, al que los testigos identifican como el propio responsable del hinchable, coge tranquilamente la muñeca, en una caja rosa, que portaba el padre de Vera, la niña de cuatro años fallecida, y la deposita de nuevo en la tómbola. El premio que le había tocado a la pequeña instantes antes, y que su padre había soltado para apresuradamente ir a auxiliar a su hija junto a su mujer, vuelve a la tómbola como si nada hubiera pasado.

Es solo un pequeño detalle que aparece en las pruebas testificales recogidas en el informe policial remitido al Juzgado de Instrucción número cuatro de Mislata sobre el accidente ocurrido el pasado 4 de enero en el que perdieron la vida dos niñas de cuatro y ocho años, pero es una muestra más de la falta de empatía mostrada en los primeros instantes por el responsable de la atracción, quien según los testigos no intentó ayudar en ningún momento, como alegó éste ante la policía para tratar de justificar que hubiera cortado algunas de las cuerdas halladas seccionadas por los agentes. Otras estaban totalmente desatadas, según su argumentación porque quitó los nudos para acceder hasta los menores, lo que tampoco concuerda con los testimonios recabados por la policía, quienes coinciden en que en ese lado derecho de la atracción no había sujeción alguna, tal y como informó en exclusiva Levante-EMV.

Especialmente significativo es el testimonio de uno de los padres que se encontraban en el lugar, quien ha trabajado instalando precisamente castillos de este tipo, de ahí que uno de los aspectos en los que primero se fijó es que en el lado derecho la atracción ésta no estaba sujeta. Este antiguo trabajador relacionado con el sector, que se encontraba junto a su mujer, con sus dos hijos y su sobrina, menores de edad, también indicó a la policía que momentos antes de la tragedia ya había ráfagas de viento previas, que incluso movían las palmeras, y que posteriormente una fuerte racha fue la que hizo volcar el castillo.

Otros testigos sin embargo manifiestan que esa tarde no hacía especialmente aire y que la ráfaga de viento fue repentina. De igual modo, el feriante asegura que consultó la previsión meteorológica y que no había ningún aviso por vientos en Mislata. No obstante, el anterior testigo, que conoce el funcionamiento de este tipo de castillos hinchables, lo vio tan claro que hizo bajar a los menores, antes de que acabara su tiempo en la atracción, porque se asustó al notar las rachas de viento. En ese momento no había ninguna persona controlando el castillo, salvo un joven que estaba pendiente de varias atracciones al mismo tiempo.

Así lo asegura también una testigo, enfermera de profesión, que socorrió en un primer momento a la pequeña Vera antes de que llegaran los servicios de emergencias. Según relata, inicialmente vio cómo una ráfaga levantaba unos 50 centímetros el castillo en su parte derecha, y cuando se disponía a alertar a un responsable para que parara la actividad e hiciera salir a los niños con un silbato, como sí hicieron ese día en otras atracciones similares, llegó una segunda ráfaga más fuerte que volteó el castillo.

Esta testigo manifiesta que sí se acercaron a ayudar el joven que estaba en la tómbola, quien con un «palo tipo toldo» levantó la parte que se había volcado sobre las camas elásticas. Asimismo, otra chica de esta misma atracción también se acercó a ayudar.

Una barra que no cierra

Durante la inspección ocular la policía encontró cableado por el suelo, expuesto a la humedad y al alcance de cualquier niño. Además, hay testigos que aseguran que en una de las uniones de los tres módulos que formaban el castillo había un hueco por el que podían caer los menores, y que consiguieron unirlo, pese a que el velcro estaba desgastado. Este tipo de defectos no eran únicos en dicha atracción. La madre de Vera recuerda que antes de subir al hinchable ya tuvieron problemas en la atracción de las tazas, donde una barra no cerraba. Pese a que se lo dijo al responsable, éste le contestó: «tranquila».