El criador de caballos trata de disfrazar el crimen de su capataz como «un golpe de calor»

El acusado niega haber golpeado a la víctima con un palo, así como las humillaciones y malos tratos continuados, que Filipe Jorge se curaba él solo con cicatrizante para equinos

Felipe A. R., el acusado de matar a su capataz, ayer en el juicio.

Felipe A. R., el acusado de matar a su capataz, ayer en el juicio. / Germán Caballero

Apoyado en un banco de unas caballerizas, echando espuma por la boca y con lesiones por todo el cuerpo que habría tratado de disimular con spray cicatrizante de caballos y maquillaje. Así fue encontrado Filipe Jorge Da Costa, un portugués de 66 años, por un compañero de la finca de Torrent en la que presuntamente trabajaba como capataz cuidando y domando caballos desde hacía trece años, sin contrato alguno, este discípulo del maestro ecuestre Nuno Oliveira, horas después de mantener una acalorada discusión con el propietario del criadero por la rotura de una llave del agua de las cuadras.

El dueño de esta finca de Torrent dedicada a la cría, doma y venta de caballos está acusado del crimen por haber golpeado presuntamente a su capataz con un palo de grandes dimensiones y por los malos tratos reiterados y humillaciones a las que presuntamente sometía a su trabajador. El Ministerio Fiscal solicita para él una pena de 16 años y diez meses de prisión, concretamente quince por el delito de homicidio con abuso de superioridad y un año y diez meses por el delito contra la integridad moral.

La clave del caso está en la causa de la muerte. Si bien los forenses del Instituto de Medicina Legal de València determinaron que la víctima falleció como consecuencia de una rabdomiólisis y embolia grasa derivada de los múltiples traumatismos sufridos en el tiempo, la defensa de Felipe A. R. va a tratar de contraponer este informe de autopsia con las periciales de unos forenses de parte que descartan la etiología homicida al no presentar ninguna lesión mortal y atribuyen la muerte a un golpe de calor por las altas temperaturas, superiores a los 35 grados, que se alcanzaron ese mediodía del 27 de agosto de 2021.

El acusado, de 60 años, negó ayer tajantemente tanto el homicidio como los presuntos malos tratos. Incluso sostiene que la víctima no trabajaba para él, sino que simplemente lo había acogido en su finca hace años después de que éste actuara como agente comercial en la venta de unos caballos, dados sus conocimientos y experiencia en el sector equino de alta competición.

Uno de los indicios contra el acusado está en el trato que prestó a la víctima cuando lo llevó al Hospital General de València y sus primeras manifestaciones cuando, según las investigaciones del grupo de Homicidios de la Policía Nacional, mintió diciendo que se lo había encontrado inconsciente en el campo, sin dar indicaciones sobre si lo conocía. 

«No soy profesional del transporte sanitario»

Sobre este aspecto el acusado niega que ocultara información en el hospital. Un celador asegura que lo sacó de malas formas del coche, como si fuera un objeto, según ha matizado la acusación particular. A lo que el procesado respondió, ante las preguntas de la fiscal, «yo no soy profesional del transporte de personas enfermas».

«Mi obsesión era salvarlo», insistió una y otra vez el procesado, quien alega que se lo llevó rápidamente al hospital al encontrárselo tirado en el suelo de las caballerizas cuando otro trabajador que también vivía en la finca le alertó de su estado. Asegura que Filipe balbuceó algo así como «me ha pisado, me asfixio, me asfixio», y que como había una yegua cerca pensó en aquel momento que el animal le había pisoteado.

La Fiscalía y la acusación particular mantienen que Filipe Jorge Da Costa Vaz comenzó a trabajar en el año 2008 como capataz cuidando y domando los caballos. La víctima había sido jinete de doma clásica, por lo que tenía sobrada experiencia en el manejo de los caballos, de ahí que el acusado le ofreciera trabajo, pero sin contrato alguno y como contraprestación a sus trabajos le permitía residir en una casa junto a la vivienda principal.

El procesado dice que lo llevó al hospital para «salvarle la vida», pero lo sacó a rastras del coche y falseó información

Según sostiene el Ministerio Fiscal, en el año 2020 el dueño de la finca comenzó a recriminar a su capataz la situación económica que atravesaba –fruto de la pandemia–. Con cualquier excusa le gritaba, le daba puñetazos y le golpeaba con lo que tuviera a mano, bien fuera una escoba o un palo, según el relato de las acusaciones.

La víctima tenía que curarse él mismo las lesiones y cortes que su jefe le causaba, utilizando para ello spray desinfectante y para cicatrices de los animales que él cuidaba. Nunca fue asistido en un centro de salud, hecho al que se aferra la defensa para tratar de desacreditar estos supuestos malos tratos al trabajador. Aunque el propio acusado ha admitido que en alguna ocasión le vio lesiones, que atribuye a peleas y problemas porque la víctima era, según él, «mujeriego y bebedor», tampoco lo llevó al médico.

Las acusaciones también recogen en sus escritos las expresiones y actitudes denigrantes que tenía con la víctima, a la que ponía a andar de rodillas como castigo si cometía algún fallo o le colocaba un cartel de cartón con insultos.