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Unidad citrícola europea

Unidad citrícola europea

Proclamar a estas alturas que la unión hace la fuerza es, además de un lugar común, una certeza corroborada a lo largo de siglos de historia. Pese a las muestras de buena voluntad de unos y otros, pese a los intentos más o menos afortunados, una de las carencias de las que siempre ha adolecido la citricultura es precisamente la falta de unidad. Demasiado recelos, guerras de guerrillas, ríos revueltos en los que siempre son los mismos los que ganan y los que pierden. Y en materia de pérdidas es incuestionable que los productores nos llevamos la palma, bien lo sabemos tras una de las que campañas más ruinosas que se recuerdan.

En un mundo global como el que vivimos la unidad y las respuestas que de la misma puedan derivarse tienen que ser también globales si verdaderamente queremos obtener resultados eficaces y positivos. Esta semana tuve la oportunidad de participar en la reunión del Comité Mixto Francia-España-Italia-Portugal celebrada en París. Dentro de ese marco general del Comité Mixto se encuentra, por tanto, el llamado grupo de contacto de cítricos en el que se aborda la problemática de estas frutas y en el que venimos participando como organización agraria.

Durante anteriores reuniones del citado grupo ya comenzó a plantearse la conveniencia de fortalecer la cohesión a la hora de articular de forma conjunta las reivindicaciones frente a Bruselas y en el contexto más general de la reunión del Comité de esta semana en París se ha seguido profundizando en esa misma línea. De hecho, se consensuó un documento, expresando la preocupación creciente por los efectos de los acuerdos con terceros países, que se presentará ante la Comisión y yo mismo solicité la inclusión de Grecia en este comité.

Son los propios representantes de los órganos de decisión del Ejecutivo europeo quienes nos han reiterado, en los múltiples encuentros de trabajo que los responsables de AVA-Asaja hemos mantenido durante los últimos años, la importancia que los altos mandatarios de la Comisión conceden al hecho de que los sectores -en el caso que nos ocupa, el citrícola- de los distintos países que forman la Unión Europea presenten bajo una voz única sus demandas. Es una forma de ganar fuerza y, sobre todo, credibilidad como colectivo. Así trabajan, bajo esos parámetros, determinados países terceros, constituidos en verdaderos lobbys con una notable capacidad de influencia.

La dispersión sólo sirve para revelar nuestras flaquezas como sector y, además, ni está bien vista ni es bien acogida en Bruselas. Superar diferencias y buscar puntos de coincidencia no es tarea sencilla pero el grupo de contacto de los países con intereses citrícolas es el caldo de cultivo idóneo, como debería serlo Intercitrus, para perseverar en esa idea. Tenemos que estrechar lazos y dotarnos de una voz cohesionada y unitaria para ese peso y esa capacidad negociadora ante la CE que tanto necesitamos.

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