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Chufas, el cultivo que sale de viaje

Cádiz recolecta este año el tubérculo en sus primeras tierras de cultivo mientras la DO València analiza las autorizaciones a otros tres municipios de la Comunitat Valenciana

Antonio Gimeno. Presidente de la DO Xufa de Valencia, en un huerto de Alboraia. Daniel Tortajada

Antoni Gimeno (Alboraia, 1966) es hijo y nieto de agricultores. Lleva vinculado al cultivo de la chufa desde muy joven en esta cuna de la horchata. En plena campaña de recolección, cuando las lluvias de octubre han quedado atrás, el presidente del consejo regulador de la Denominación de Origen Chufa de València avanza que en esta temporada ya se ha recolectado un tercio de la cosecha amparada bajo la DO (casi 6.500 hanegadas, repartidas en una veintena de tierras de cultivo de municipios, sobre todo de l'Horta) y de la que estima un volumen similar al de la campaña precedente, es decir unos 8,5 millones de kilogramos.

La chufa es uno de los cultivos con mayor rentabilidad del campo, en parte por el tirón de demanda de algunos países de la Unión Europea y Estados Unidos, donde también se ha puesto de moda. Allí ha pasado de ser tubérculo marginal a un lucrativo superalimento que adquiere a manos llenas el negocio industrial desde campos de África o de China. Los productores valencianos, donde la práctica totalidad de la cosecha se queda en territorio autóctono, tienen como principal cliente a los elaboradores de horchata y la industria local. Según Gimeno, «el consumidor exige cada vez más la denominación de origen y eso impulsa a muchas industrias a apostar por la chufa de València para elaborar horchata». Eso se traduce en una mayor demanda y aumento del precio que percibe el agricultor. Si no se tuerce el mercado, los agricultores prevén vender por unos 80 céntimos de euros por kilogramo, un valor que luego sube tras el proceso de secado y que comprará el comercio.

En busca de más territorios

Más allá de Albalat, Alboraia, Albuixech, Alfara, Almàssera, Bonrepòs, Burjassot, Foios, Godella, Massalfassar, Meliana, Montcada, Museros, Paterna, Rocafort, Tavernes Blanques, València y Vinalesa (municipios protegidos por el sello de calidad) ahora el consejo regulador estudia incorporar nuevos territorios como Puçol, Aldaia y Náquera. El visto bueno de la conselleria ya lo tienen. Falta el de la Unión Europea. Además, en esta temporada, por primera vez, se han cultivado alrededor de 500 hanegadas en Cádiz. «La DO nada tiene que ver allí. Es una nueva experiencia aunque la calidad no es igual y carecen de infraestructuras para la recolección y procesamiento», cuenta Gimeno tras recordar que también explotaciones del Delta de l'Ebre (Tarragona) y más próximas como Xàtiva se han lanzado a cultivar chufas, aunque no con mucho éxito, en estos últimos tiempos.

Conocida botánicamente como Cyperus esculentus, el cultivo del diminuto tubérculo requiere tierras sueltas, arenosas y ligeras para tener una fácil recolección. Los suelos apelmazados y arcillosos no sirven; se puede perder muchas enterradas y sin posibilidad de sacarlas. El gasto en recolección sería enorme dada esa dificultad. El aumento constante de la superficie cultivada se debe a que es uno de los cultivos más seguros para el agricultor siempre que acompañe el rendimiento. Con todo, este año se ha estancado la superficie total del cultivo en las explotaciones amparadas por la DO València debido a la falta de rotación de tierras, según Gimeno. Hay que tener en cuenta que no se puede plantar este tubérculo todos los años en un mismo campo.

Nuevos canales de ventas

De cara al futuro, Gimeno es consciente de que la chufa seguirá aportando «rentas dignas» al agricultor cuando se obtengan rendimientos medios por hanegada (unos 1.700 kilogramos), aunque defiende la necesidad de ampliar sus canales de venta -más allá de la horchata artesanal- a través de la restauración. «Hay que entrar en las cocinas de los restaurantes y de los hogares», apunta. Reconoce que el futuro pasa por la innovación. Por eso, este consejo regulador, junto con la Agencia Valenciana de la Innovación, ha puesto en marcha un programa con el que pretende impulsar, a través de fondos europeos, el desarrollo de tecnologías y servicios innovadores que permitan mejorar la productividad.

Tiene otra preocupación: las plagas. «Hay más movimiento de materiales vegetales y por tanto más enfermedades», advierte Gimeno. Y dice que a los productores valencianos «no les preocupa la importación de chufas de otros países, sobre todo de África. Eso sí, no se puede hacer trampa y venderla bajo nuestra DO», puntualiza.

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