El universo de la ciencia

El supuesto Internet de los árboles no tiene suficiente base científica

Un nuevo estudio cuestiona una hipótesis formulada hace 25 años que inspiró la película Avatar

El árbol de la vida, de la película Avatar, está inspirado en una investigación científica que ahora ha sido cuestionada.

El árbol de la vida, de la película Avatar, está inspirado en una investigación científica que ahora ha sido cuestionada. / Peakpx.

ASP

La hipótesis de que los árboles se comunican entre sí a través de una especie de internet forestal, formulada en 1997 y que inspiró la película Avatar, ha sido cuestionada por otro estudio al considerar que le falta consistencia científica.

La hipótesis de una “red subterránea de hongos” a través de la cual los árboles “se comunican” es atractiva. Desde el punto de vista de la biología vegetal, no es inverosímil. Pero después de 25 años, los datos resultan ser mucho más escasos de lo que sugiere la popularidad de la hipótesis.

Un equipo dirigido por la ecologista Justine Karst, de la Universidad de Alberta, revisó 1.676 estudios publicados durante los últimos 25 años sobre la estructura y funciones de estas “redes de micorrizas” (hongos). Resulta que tres de las premisas sobre estos “intercambios” de información o nutrientes, o de estas “asociaciones” entre árboles y hongos, se basan en un número muy reducido de estudios, siempre los mismos, que se citan constantemente.

Falta consistencia

Así, una forma de demostrar la existencia de estas redes sería a través de análisis comparativos de los genes de hongos y plantas que viven alrededor de las raíces de varios árboles de diferentes especies y de diferentes lugares. Pero según esta revisión de la literatura científica, esto solo se ha hecho para 2 de las 73.300 especies de árboles del mundo. El estudio se ha publicado en Nature.

Otra premisa es la de las "señales de advertencia" que los árboles vecinos se enviarían entre sí a través de esta red: aquí nuevamente, solo un estudio revisado por pares apunta en esta dirección y, sin embargo, se ha realizado en un invernadero.

“Hay alguna evidencia, y creemos que es posible que estos árboles estén conectados”, matiza el autor principal en New Scientist . "Pero no tenemos un buen soporte para eso", e incluso si estas redes existieran, no se sabría cuánto tiempo podrían durar.

Inspiradora de Avatar

La hipótesis se ha beneficiado de un nombre más pegadizo: the wood wide web. Son los investigadores bajo la dirección de la bióloga forestal Suzanne Simard, ahora en la Universidad de Columbia Británica, y sus colegas de la Universidad de Oregón, quienes a menudo son citados por su artículo pionero, que apareció en Nature el 7 de agosto de 1997 y obtuvo la portada de esa semana.

La hipótesis era atractiva —“árboles que hablan entre sí”, como dice el refrán— y Suzanne Simard ha seguido defendiéndola desde entonces, desarrollando, entre otras cosas, el concepto de un “árbol madre” —el árbol central, que serviría como una especie de centro para esta "red". Este último concepto habría inspirado, según algunos, a James Cameron para su película Avatar.

Más estudios

Pero por muy atractiva que pueda resultar la hipótesis, es posible que nos encontremos ante lo que la comunidad científica denomina un "sesgo de citación": esta expresión designa la tendencia -particularmente en salud- a citar más a menudo estudios que reportan un efecto significativo, o la tendencia a citar preferentemente estudios previos que concuerden con nuestra conclusión. 

En otras palabras, en este caso, los investigadores que querían defender la hipótesis se habrían encontrado citando el mismo pequeño grupo de estudios con demasiada frecuencia.

Esto no significa que la hipótesis sea incorrecta. Sin embargo, indica que sacamos conclusiones demasiado rápido y que aún queda trabajo por hacer para demostrar que esta red existe y que es capaz de comunicar información o de compartir nutrientes.

Referencias

Positive citation bias and overinterpreted results lead to misinformation on common mycorrhizal networks in forests. Justine Karst et al. Nature Ecology & Evolution (2023). DOI:https://doi.org/10.1038/s41559-023-01986-1

Net transfer of carbon between ectomycorrhizal tree species in the field. Suzanne W. Simard et al. Nature volume 388, pages579–582 (1997). DOI :https://doi.org/10.1038/41557