En su sexta edición, TruenoRayo Fest contará con las actuaciones de Lorena Álvarez, Texxcoco, Lisasinson, Novio Caballo y Hoax Fellows el viernes; y de Antifan, Las Odio, Paul Vallvé, Amparito y Hickeys el sábado. De la parte ilustrada se ha encargado Sonia Pulido, autora del cartel del evento, y María Rodilla, que será la encargada de pintar el mural de la edición de este año. Además de los conciertos y las sesiones de DJ, en las actividades paralelas (otro de los indiscutibles platos fuertes del festival) destaca la proyección de Una banda de chicas, un documental en el que la argentina Marilina Giménez muestra las peripecias que soportan las mujeres, lesbianas y trans para seguir haciendo música.

El TruenoRayo, además de un festival de música e ilustración, es, en sí mismo, un posicionamiento y una reivindicación. «La música es cultura y es imprescindible que entendamos los festivales y propuestas culturales más allá de lo lúdico -subrayan Ada Diez y Lu Sanz-. La música educa, la ilustración educa y todas de un modo u otro forman parte de nuestras vidas. Aprendamos a mirar y valorar el trabajo profesional de los creadores más allá del botellón. No perder los principios y dar voz a lo no mainstream es necesario».

El TruenoRayo es también una plataforma para reivindicar y normalizar el papel de la mujer como rol activo de la música, algo que sigue siendo una excepción en un panorama en el que el feminismo no pasa de fin estético en la mayoría de los festivales. «Siempre hay excepciones pero el postureo abunda -denuncian Ada y Lu-. Por eso decimos que no todo vale, deben incorporarse mujeres a la dirección de los mismos para aportar distintos puntos de vista y salir de la endogamia y lo clónico. Es imprescindible conocer la escena para que vean la cantidad de mujeres que hacen cosas y que en muchas ocasiones pasan desapercibidas».

Este es el tercer año que el festival se celebra en la Mutant, y afirman sus organizadoras que, aunque su público es de los que compran entradas antes incluso de conocer el line up, aún tiene margen de crecimiento. «Hay mucho que contar y que aportar para mostrar que otra manera de hacer festivales y cultura es posible. Lo imprescindible es no perder la esencia, no perder los principios en los que se basa la propuesta y crecer de manera responsable y orgánica. Los proyectos necesitan sus tiempos para seguir avanzando, esa maduración necesaria acaba aportando maneras de hacer que consiguen que cada año el público y las bandas que forman parte del festival lo disfruten más». Pero Ada y Lu reclaman más implicación de las administraciones. «Esta edición hemos tenido que montarla de manera express por falta de feedback de las instituciones -denuncian-. Sí es cierto que cuando finalmente han respondido lo han hecho de manera eficaz y hemos conseguido sacar adelante el festival con el apoyo de Acció Cultural, pero a La Mutant le queda mucho por mirar respecto a cómo gestionan los festivales de música, matices que harán que los promotores no tengan que hacer sobreesfuerzos a la hora de llevar a cabo sus propuestas. El espacio es genial pero hay que saber usarlo».