'Sweet Dreams', la catarsis de Alberto Velasco

Alberto Velasco llega el 28 de octubre a La Rambleta con ‘Sweet Dreams’, un canto a la vida, a pesar de todo, en el que el actor se abre en canal para hablar de emociones

Alberto Velasco en 'Sweet Dreams'.

Alberto Velasco en 'Sweet Dreams'. / La Rambleta

Candela García

Candela García

Alberto Velasco se reencuentra consigo mismo en un escenario en el que se abre en canal para hablar de sus emociones. El amor, la soledad, la frustración, la ilusión..., son protagonistas de una pieza teatral que sirve para evidenciar la falta de recursos emocionales de una generación, la suya, que se ha visto superada por la dificultad para cumplir expectativas. A través del humor, de la danza, de la imagen poética, incluso de la cocina, el actor consigue que el público se identifique con lo que cuenta y viva su propia catarsis. Un espectáculo vitalista que, a pesar de todo, reivindica las ganas de vivir. 

«Sweet Dreams sirve como espejo y es catártica. El espectador me ve a mí encima del escenario y, al mismo tiempo, se ve reflejado en sus problemas diarios, en su búsqueda de la felicidad, en sus éxitos y sus fracasos... Que la gente viva su propia catarsis, que sientan que no están solos, me hace muy feliz. La conciencia colectiva es sanadora. Busco la sanación, a través del arte y del teatro», comparte Alberto Velasco, intérprete y creador de la obra Sweet Dreams, que llega a La Rambleta el próximo 28 de octubre. 

Alberto Velasco en 'Sweet Dreams'.

Alberto Velasco en 'Sweet Dreams'. / La Rambleta

El actor encontró la inspiración en un momento personal y profesional en el que se sentía «perdido», «sin rumbo». Tras haber recibido importantes reconocimientos —el Premio Godoff 2022 a Mejor espectáculo, el premio a Mejor Actor de Teatro de la Unión de Actores y dos candidaturas a los Premios Max: Mejor Actor y Mejor Producción— su carrera experimentó un revés. «No entendía nada. Pensé que había llegado a un lugar en el que todo tenía que fluir. Tuve que hacer un trabajo enorme de aceptación de ese oficio, que va a ser cambiante y mutable permanentemente», comparte. 

En este proceso, recibió la invitación de la directora de escena y dramaturga Laila Ripoll a crear una pieza de veinte minutos para el Festival Danza en la Villa, en 2021. «En ese momento quería hablar del amor, pero no me salía nada. Así es como llegué a Sweet Dreams, de Eurythmics, porque era muy vitalista. Cuando investigué la letra me di cuenta de que era todo lo contrario, que hablaba de estar perdido. Y entonces me vi a mí mismo en esa búsqueda continua, en la que la gente te usa y abusa de ti, y tú sigues en el camino a pesar de todo. A partir de esta canción di vida al viacrucis pop que es la obra», detalla Velasco.

«La conciencia colectiva es sanadora. Busco la sanación, a través del arte y del teatro»

¿El resultado? «Una pieza de danza en la que se habla. Un espectáculo de humor en el que se llora y un drama en el que hay playbacks y clases de cocina», reza la sinopsis del show. «Para mí es un reencuentro con el disfrute y la ilusión en la escena. Con Sweet Dreams vuelvo a estar yo solo encima del escenario, haciendo el teatro que me gusta, multidisciplinar, con muchos recursos», destaca el actor. Además, el cuerpo y el baile adquieren un gran protagonismo: «La danza es refugio y cohete, ese lugar en el que estoy protegido y a la vez puedo ser yo mismo. Conquistar espacios que estaban destinados a cuerpos más hegemónicos es un poder que no quiero abandonar. Me hace comunicar desde un sitio que conecta mucho conmigo, casi chamánico», reflexiona. 

Un viaje de emociones

Sweet Dreams también supone un viaje de emociones (éxito, frustración, decepción, amor, esperanza...) que pone los pies en la tierra. «Hablo de los pocos recursos emocionales que tenemos para salir adelante, de la necesidad de sentir, de escucharnos, de hacer terapia, de encontrar qué es lo que queremos en la vida. Vivimos en una sociedad en la que no nos dejan expresarnos, te hacen sentir pequeño y se aprovechan de tus heridas. Tenemos que enseñar a las nuevas generaciones que todas las emociones son buenas. Nos han educado en vivir permanentemente en lo positivo y eso es un planteamiento erróneo», defiende. 

Alberto Velasco en 'Sweet Dreams'.

Alberto Velasco en 'Sweet Dreams'. / La Rambleta

Así llega a la conclusión de que «ser feliz es lo más transgresor que he hecho en mi vida». «El mundo es muy hostil, es muy difícil salir adelante. Ser feliz no es un estado continuo, es un instante, una conversación, un abrazo. Estos momentos me parecen transgresión. La ternura radical cambiará el mundo», reivindica Velasco.

Sweet Dreams, sin duda, es una experiencia única, que despierta conciencias sobre el mundo en el que vivimos y sobre uno mismo, y que no deja indiferente a nadie. «Invito a la gente a que venga al teatro. Van a vivir un rato muy emocionante, divertido, del que van a surgir conversaciones muy interesantes y que va a ser como un espejo para ellos», concluye.