A las 20.15 horas, el Valencia descartaba oficialmente a Rodrigo Caio. El club justificaba que se habían «considerado diferentes problemas en la operación». La decisión, sin embargo, se había tomado dos horas antes. Minutos después de las seis de la tarde, desde el club, se le comunicó a los agentes del futbolista que se había «decidido no proceder a la contratación». El brasileño, en esos momentos, se encontraba en Barcelona junto a su padre y dos de sus agentes, los exjugadores Deco y Luizao. Y es que, hasta la Clínica Quirón de Barcelona, se había desplazado el brasileño para que el doctor Ramón Cugat evaluara su rodilla. Y el informe, como ya había ocurrido en los elaborados el sábado por el doctor Albors y Gastaldi, era negativo.

Al mediodía, en el club ya sabían que los médicos coincidían en desaconsejar la contratación del jugador de 22 años. Pero se evaluó qué hacer. Y no porque la rodilla estuviera mal sino por un alto riesgo futuro. Curiosamente, la rodilla que truncaba el fichaje no era la que le había obligado a estar parado siete meses tras romperse el ligamento cruzado de la pierna izquierda, sino unos problemas en la rótula de la pierna derecha que arrastra desde la lesión que tuvo a los 15 años.

El brasileño, según los médicos, en estos momentos puede jugar al fútbol de alta competición con total normalidad pero existe «un alto riesgo futuro» por el estado crónico de la rodilla. Valorada esta contingencia y, dado el elevado coste de la operación, el club decidió frenar el traspaso que ya estaba prácticamente cerrado. El «caso Caio», de principio a fin, ha sido todo un expediente X. Si su anuncio fue un golpe a la línea de flotación del club, el desenlace ha sido el peor de los posibles. Ahora, al abortarse la contratación de Rodrigo Caio, el valencia reactiva otras operaciones. La presidenta Layhoon Chan, el presidente ejecutivo Amadeo salvo y el consejero Kim Koh se pasaron ayer prácticamente todo el día reunidos.