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La alineación, en valenciano bajo el diluvio vasco

El conjunto de Gary Neville no se viene abajo tras el gol y planta cara al Athletic en una estampa de otra época, de aroma clásico en San Mamés

La alineación, en valenciano bajo el diluvio vasco

Escuchar cómo se recitaba por megafonía la alineación del Valencia, en valenciano, o la baja inesperada de San José por el inminente nacimiento de su hijo, se presagiaban como las únicas señales amables que la velada iba a deparar para los chicos de Gary Neville. El partido de anoche tenía aroma clásico y se iba a disputar bajo el fango y con los colmillos afilados en cada uno de los balones que los charcos dejó divididos. La hinchada del Athletic, que cantó a capela su himno como tarjeta de presentación, iba a complementar el factor pasional de una noche de alto voltaje.

Por momentos, el diluvio constante sobre San Mamés recordó a la plaga bíblica que, en la memoria valencianista, representó la lluvia torrencial caída en la llamada «final del agua» disputada contra el Deportivo de la Coruña en 1995. Una hora antes del partido Paco Ayestaran hundía los pies en la zona central del terreno de juego, la más castigada de largo por la lluvia, y tomaba notas para confirmar que el partido se iba a tener que disputar en las alturas, con balones largos que Negredo se encargaría de bajar. Mientras, Gary Neville bromeaba con los operarios que achicaban agua.

El excelente drenaje aguantó toda el agua que pudo tragar, hasta que mediada la segunda parte el campo quedó impracticable, como una estampa de otro siglo. Un partido de tanto nervio hizo redescubrir en el Valencia, un bloque muchas veces (y con razón) encasillado como tierno, virtudes casi desconocidas. El equipo aguantó fuerte y solidario, sin regatear el esfuerzo, y mientras aguantaron las fuerzas se mantuvo con vida, incluso tras el gol en contra, igualando las características en las que el Athletic parece inabordable. Con un Ryan inmenso, el Valencia acabó exhausto, embarrado y derrotado, pero con vida.

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