Cuando el colegiado holandés Björn Kuipers decretó el final del encuentro en San Mamés, los aficionados del Athletic se levantaron de sus butacas con muecas de insatisfacción. El Valencia se había tambaleado sobre el alambre, pero había resistido de pie y trasladaba la incómoda sensación de que la vuelta en Mestalla será un trance amargo.

La posible remontada y el acceso a los cuartos de la Liga Europa no se veía como ninguna quimera inalcanzable en la expedición del Valencia que ayer por la mañana regresaba de Bilbao. Se respeta la condición de favorito del Athletic, por la ventaja en este cruce y por el recuerdo del 6-1 global encajado en los dos encuentros ligueros, pero de la misma manera que se entiende que la eliminatoria está viva. O, en las palabras que Javi Fuego expresaba en su cuenta de Instagram: «Nadie dijo que sería fácil. Pero el jueves seremos muchos más!».

El factor ambiental es al que se agarra el Valencia para voltear los pronósticos. Muchas coordenadas se alinean para pensar que en Mestalla se respirará la mejor atmósfera de la temporada. El club espera registrar un lleno, aprovechando la expectativa de una posible clasificación por la corta desventaja, con los precios populares que habrá en las taquillas y por otro añadido lúdico: el partido cae en festivo, en plenas Fallas y con un entorno más eufórico de lo habitual. Así han sido los precedentes europeos en esas mismas fechas, como el enfrentamiento ante el Arsenal el 19 de marzo de 2003 en la Liga de Campeones y resuelto con clasificación. Menos suerte hubo en la campaña 96/97 para intentar remontar el 2-0 adverso ante el Schalke 04. El resultado fue de 1-1 pero igualmente Mestalla vivió un ambiente de altura. El apoyo de la hinchada no es ningún reclamo retórico. En esta misma temporada se ha visto el papel crucial que la afición ha tenido para igualar partidos en los que el Valencia estuvo por detrás en el marcador, como ante el FC Barcelona y el Real Madrid.

Pero el partido real se librará en el césped, donde el Athletic se ha mostrado como un conjunto más rodado, fortalecido y eficaz. El encuentro del pasado jueves, a pesar de la derrota final, alimentó la autoestima de los jugadores. En el contexto de una temporada frustrante, el equipo de Gary Neville creció como colectivo y supo sufrir. Con la Liga casi como un estorbo, la motivación en la competición continental es máxima. Sin embargo, preocupa la manifiesta incapacidad del equipo para no encajar goles. El Levante UD „rival mañana„ fue el último equipo que en Liga no logró marcar ante el Valencia. Ha pasado toda una vuelta. Pese a la portentosa actuación de Matthew Ryan, el Athletic no tardó en marcar y lo hizo, además, agrandando la herida a balón parado, el gran drama valencianista. La reflexión de Valverde tras el partido era clara. Para pasar la eliminatoria hay que marcar en Mestalla. Un gol del Athletic obligaría al Valencia a anotar tres.