Carlos Soler forcejea con Escalante en el área durante el Valencia-Eibar. El colegiado Munuera Montero no tiene dudas: Penalti y expulsión. El gol de Adrián decanta el partido. Ya son ocho los penaltis en contra que esta temporada le han pitado al Valencia. Una sangría. Es el equipo más damnificado de Primera división y con diferencia. Una estadística negativa histórica.

El Valencia tiene un grave problema con los árbitros. Una sangría que contribuye de forma negativa a la delicada situación deportiva del equipo, decimosexto clasificado en la Liga, y cuyo objetivo esta temporada no es otro que evitar el terrible decenso de categoría.

Sin embargo, y pese a que jornada tras jornada los árbitros no dan un respiro, el Valencia asiste impasible al espectáculo. Su influencia en la Federación Española de Fútbol es nulo. Su peso en el Comité Arbitral, cero. Nadie da un paso adelante. Nadie se ha presentado. La propia Federación Española se sorprende de ello. Fuentes del máximo organismo futbolístico español lo explicaron a este periódico con una frase reveladora: «El Valencia no enseña la patita», sentenciaron.

El club de Mestalla ha ido perdiendo presencia en Madrid temporada tras temporada. La distancia es el olvido. A día de hoy, la lejanía es total. En Meriton no hay gente de fútbol y desconocen la importancia de disfrutar de una buena relación con la Federación y los árbitros. Es fundamental. Una de las leyes no escritas del fútbol. «No han hecho un acercamiento con la RFEF. No se han tomado ni un café. Pintan cero. No hay nadie que haga eso en el Valencia y la sensación que dan es que van sobrados», explicaban las mismas fuentes. Años ha, el Valencia contaba con un excolegiado, Miró Pastor, encargado de realizar estas gestiones. Una labor valiosa. Pepe Miró no ganaba los partidos, pero sí que contribuía a que el Valencia no fuera protagonista de la moviola.