Tiene Mateu Alemany un marrón importante sobre la mesa. A Voro, el que nunca dice una palabra más alta que otra, le ha picado el gusanillo y ha presentado su candidatura al banquillo de la próxima temporada. Es lógico. A nadie le amarga un dulce. A Garay le preguntaron por eso y no pasó palabra. El central se mojó hasta el fondo y lo hizo utilizando el plural: «Queremos que siga». Así que, desde ya, el argentino ha puesto a todos sus compañeros a los pies de los caballos. ¿Qué futbolista lo va a cuestionar? Como mucho, despejarán a córner. Jueguen o no jueguen, el lazo que une a Voro con la plantilla va más allá de una decisión. Amistad se llama. Pero Alesanco y Mateu deben ser inmunes a todo ello y tomar la decisión por convencimiento. El proyecto debe ser sólido y no se puede fallar. Otro caso Ayestaran no, por favor. Si Voro es el elegido que lo sea por sus méritos y porque los mandamases creen en todo su trabajo, no porque sea la salida más sencilla, porque no crea problemas, porque es más dócil que Prandelli y además... baratito. Pero, ¿quién tomará la decisión? Aunque estos días es fácil nadar entre las dudas y la fe, cuentan que Alemany está agitando el árbol y parece que llega con mando en plaza. Pero haga lo que haga, serán los resultados los que le acerquen o no a la afición. En Mestalla, en cinco días se juegan seis puntos (Deportivo y Celta) y, como él dijo en su presentación, no es lo mismo quedar decimoterceros que octavos. En esas estamos.