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Análisis

El superviviente Nacho Vidal

El canterano valencianista recibe el elogio unánime tras su gran gol contra la Real Sociedad

Nacho Vidal muestra con orgullo la foto del gol que marcó contra la Real Sociedad. i. hernández / sd

El gol de Nacho Vidal (El Campello, 1995) en Anoeta tuvo el gesto técnico intuitivo de un futbolista criado en la continúa supervivencia. Con Rulli lanzándose abajo y tapando hueco con los brazos y piernas extendidos, la opción elegida era la única para acabar marcando el tanto.

El lateral alicantino «nunca ha sido considerado un primer espada y la mayoría de entrenadores han dudado de sus posibilidades», como relatan las personas que mejor le conocen, pero siempre ha acabado creciendo ante la adversidad y siendo un futbolista imprescindible en cada equipo de las categorías inferiores del Valencia, a las que llegó procedente del Hércules, con la varita mágica para la captación de José Jiménez.

Futbolista de club, con un perfil más perseverante y paciente que talentoso, la increíble fe en sí mismo es la que le ha acabado llevando hasta la Primera división. Por el camino, Nacho Vidal supo evolucionar como jugador. A pesar de haber alcanzado la internacionalidad en la secciones inferiores de la selección como central, en el segundo año de Juveniles fue desplazado al lateral por ese tópico extendido en la mayoría de academias, como es la altura. Se creía que con 1'80 metros, y pese a contar con una capacidad de salto similar a la de Fabián Ayala, era «demasiado bajito» para seguir ocupando el centro de la zaga.

La velocidad y la capacidad de sacar la pelota jugada le hicieron adaptarse al lateral, sin ser habitualmente la primera opción. Tuvo que tirar de constancia cuando, por ejemplo, en el Mestalla llegó a ser el tercer carrilero, por detrás de Leuko o Akapo. Esa templanza no le hizo perder la paciencia cuando veía que hornadas más jóvenes, del 96 y 97, alcanzaban el primer equipo antes que él. Y todo ello siendo considerado un jugador ejemplar en la convivencia, «un futbolista con alma de capitán», como reconocen sus compañeros.

Nacho ha extendido la disciplina que aplica dentro del campo a unos hábitos y rutinas tranquilos, desde que habitaba en la residencia de la ciudad deportiva. Maneja una vida ordenada, es un ávido lector y únicamente le falta completar las prácticas para acabar los estudios de Fisioterapia.

Ese escrupuloso cumplimiento de la cultura del trabajo no pasó desapercibida para Marcelino, muy familiarizado también con los valores del esfuerzo y con una vocación sincera de apostar por la cantera. El técnico asturiano tomó buena nota del Mestalla en la fase de ascenso a Segunda y Nacho Vidal, entre otros, se ganó el derecho al cásting para el verano.

La cantera del Valencia vive un momento floreciente. Cinco efectivos han llegado al primer equipo esta temporada, más los que han sido cedidos a otros equipos. La participación no ha sido testimonial, y cinco efectivos han llegado a jugar en el Bernabéu y Anoeta.

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