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La asunción de Longoria

La asunción de Longoria

En la visita a la Foundation Peter Lim Scholarship, una de las grandes revelaciones, apuntada en la expedición, era la presencia de un enigma hecho Longoria. La asunción de los parabólicos a los cuadros máximos de dirección.

Marcelino y Longoria, que no se conocían de nada y que no han tenido ningún tipo de vínculo ni contacto previo hasta la llegada del analista deportivo, deben haber llegado en este poco tiempo a una simbiosis tan completa que en las fotos con el propietario si te alejas de la foto en lugar de a Longoria ves a Marcelino.

La habilidad practicada del entrenador trae estas cosas: ha conseguido parapetarse, no exponerse temerariamente ante la ruleta de las decisiones deportivas, y finalmente estar sin que parece que está. Ejerce la influencia total en la composición del equipo por delegación, sin hacer visible los cables, por bluetooth.

Longoria -insistamos, sin conexión previa con Marcelino- es un caso profesional paradigmático de un nuevo tiempo en las direcciones deportivas. La victoria de la tecnificación de quienes no tienen trayectoria como jugadores frente a la inercia de quienes se ganaron sus cargos sobre los terrenos de juego. Sucede con los entrenadores, triunfadores cada vez más a pesar de trayectorias cortas como futbolistas.

Un personaje ciertamente cortado bajo patrones comunes con Mateu Alemany, como una versión junior aplicada a los ojeadores. Hábil para escabullirse, enigmático, discreto y con ligazón más técnica que emocional con el club.

La foto en Singapur formaliza la dirección deportiva un año después de que la confección de la plantilla no tuviera cara o fuera herencia ilegítima del paso de Alexanco. El propietario dando becas acompañado de Mateu Alemany y Pablo Longoria (y Marcelino en diferido). La instantánea de un idilio hecho trinidad.

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